Antoine Sforza es hijo de los propietarios de la tienda de comestibles en un pueblecito provenzal. Hace diez años, Antoine dio un portazo y huyó a París para buscar fortuna. Antoine ya ha alcanzado la treintena, malvive en un cuartucho, no logra conservar un empleo, tiene mal carácter y no se atreve a declarar su amor a Claire, su hermosa vecina. Cuando comienza la película, el padre de Antoine ha sufrido un infarto y él se siente obligado a reunirse con la familia y echar una mano a su madre con la tienda y la furgoneta de reparto. De paso, aprovecha para invitar a Claire a ir al sur “para respirar aire puro”.
Un verano en la Provenza es una historia compuesta de naderías, principalmente viajes por carreteras rurales, atender a algún anciano que vive solo, aguantar el humor, o el mar humor de un cliente, y un largo etcétera. A lo largo de ese camino vemos cómo Antoine madura y poco a poco lima las asperezas de su carácter y se reconcilia con su familia, con sus clientes y con Claire.
Se trata de una obra pequeña en la que hay humor, calor humano, amabilidad, valores y unos paisajes preciosos, lo que no está mal. También se trata de una obra imperfecta, realizada por un discípulo de Rohmer que todavía tiene que mejorar para dar a una simple anécdota un valor universal.