La conjura de El Escorial es un thriller histórico con intrigas políticas, ambientado en el reinado de Felipe II y encuadrado en las disputas entre la casa de Alba y la casa de los Mendoza, con Antonio Pérez y la princesa de Éboli a la cabeza. La noche del lunes de Pascua de 1578 unos mercenarios tienden una celada a Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria, y le dan muerte.
Antonio del Real, responsable de películas desastrosas en los últimos años (Trileros, Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero) ha intentado levantar cabeza con una superproducción hispano-italiana de ambientación histórica. Lamentablemente, ha fracasado. Es posible que la fórmula de Alatriste de recuperar el cine de peripecias de época le haya movido a afrontar este proyecto, que ha contado con ingredientes inmejorables pero una fallida dirección.
Entre esos ingredientes de lujo está el trabajo de vestuario y dirección artística, de Javier Artiñano y Luis Vallés respectivamente. El montaje de Teresa Font y la fotografía de Carlos Suárez también son notables. Frente a estos méritos, el film hace gala de una dirección de actores deficiente, en algunos casos funesta, como en el de Jordi Mollá, que sigue bajando escalones, o en el de Blanca Jara, forzada y declamatoria.
Además, el tratamiento de la puesta en escena es tan irregular que podemos encontrar desde cursilería extrema (la relación entre el alguacil y Damiana) a escenas harto desagradables como la del mercenario gordo que abusa de un joven. Ahí entramos también un terreno, el del guión, que aunque se esfuerza por elaborar una trama ágil e intrigante, no logra más que momentos brillantes aislados delata una falta de empatía con el periodo histórico descrito.