La película comienza con Héctor y su mujer instalándose para pasar unos días en la casa de campo que acaban de comprar. Poco después, mientras explora con sus gemelos el bosque cercano, él entrevé a una joven desnudándose. Se acercar a investigar, y es atacado por un extraño que lleva un gran abrigo negro y la cabeza vendada. Héctor huye y termina encontrando refugio en un laboratorio de investigación, donde un científico le esconde en una especie de cápsula llena de líquido. Cuando sale se encuentra sumergido en una pesadilla.
Nacho Vigalondo fue candidato al Oscar en 2004 por el cortometraje 7:35 de la mañana. Su primer largo augura un gran futuro a este joven director. El mérito principal, como en sus anteriores obras, está en el guión, una pequeña historia de ciencia-ficción que trata de viajes en el tiempo, con aire de thriller. El guión, sin duda influido por Primer, está construido con rigor, y todas sus piezas encajan a la perfección. Vigalondo maneja las coordenadas espacio-temporales como un físico, y así puede narrar la misma historia, una y otra vez, bajo un punto de vista diferente, aportando nuevos datos, llevando a una conclusión lógica e inevitable.
La dirección, el montaje y el sonido son buenos. La secuencia de la primera persecución es terrorífica porque Vigalondo sabe manejar el suspense. Elejalde, protagonista de la película, hace un gran papel como hombre normal enfrentado a una situación extraordinaria. El personaje que interpreta el propio Vigalondo -el científico- es la parte más débil de la cinta: es como un simple figurante sin entidad ni personalidad, y debería ser alguien capaz de dar una réplica a Héctor.
Una historia inteligente, bien realizada aunque muy justa de medios, la última de una serie de películas españolas de intriga y bajo presupuesto, que va a terminar siendo la especialidad local.