Un joven y serio agente federal tiene que espiar a un refinado ladrón de arte que resulta ser el novio de su desequilibrada madre.
Con este planteamiento, el casi desconocido director y guionista George Gallo firma una película que no encuentra el tono y termina siendo una desconcertante comedieta de dudoso gusto a mayor gloria (bueno, a mayor descrédito) de dos actores maduros que tuvieron mucha popularidad.
Sorprende la falta de vista de los productores que podrían haber logrado, sin grandes esfuerzos, una divertida comedia para todos los públicos.