El japonés Naomi Kawase (1969) obtuvo el gran permio del jurado del Festival de Cannes por esta película minimalista que describe la relación entre Shigeki, un anciano viudo que vive en una residencia, y Machiko, una de sus cuidadoras. La película tiene dos partes muy diferenciadas: una primera, más fresca, en la que recrea la vida cotidiana en la residencia; y una segunda que describe el tedioso periplo de la pareja, extraviada por un interminable bosque.
La película empieza de forma prometedora para decaer posteriormente en una abrumadora cadena de planos silenciosos que, aunque metafóricamente aluden al luto y la ausencia del ser querido, someten al espectador a un aburrimiento indescriptible. La ausencia de ritmo y acción acaba desdibujado las propuestas más interesantes del film, que naufragan en lo que finalmente parece una pedantería.