Año 1961. Una familia modesta de la provinciana localidad italiana de Sabauria. Padre obrero de una fábrica, madre ama de casa, tres hijos. El díscolo Accio, después de pasar fugazmente por el seminario, es un fascista exaltado; Manrico es un sindicalista de izquierda y mujeriego impenitente; Violetta quiere ir a la universidad.
Los guionistas de la muy interesante La mejor juventud escriben una película de similar planteamiento y estructura dramática pero con un guión plano, populachero y facilón (premio de la Academia de Cine italiana), que casi nunca encuentra el tono preciso: cuando quiere ser cómica resulta grotesca y cuando se pone solemne da un poco de grima. Seguramente porque la novela original de Antonio Pennacchi no es gran cosa y también porque Luchetti, como realizador, está en un nivel muy inferior al de Marco Tullio Fontana.
Las interpretaciones (dos premios de la Academia italiana) están a un pelo del histrionismo y no contribuyen a dar credibilidad a una caricaturesca farsa que ofrece un retrato improbable de la sociedad italiana de los años sesenta y setenta, donde no faltan varias situaciones chuscas que hacen tiro al plato con la religiosidad católica. Parece mentira que después de tanto cine algunos sigan sin enterarse de que se puede matizar y distinguir, cosa nada difícil. Basta con proponérselo.