Dirigida por el veterano Claude Berri (Amor en tiempos de guerra, Germinal), esta película francesa se inscribe en esa sólida línea del cine contemporáneo que trata historias cruzadas vertebradas por el drama de la soledad. Audrey Tautou, Guillaume Canet y Laurent Stocker protagonizan con mucho oficio una historia sencilla en la que tres personajes abatidos por circunstancias duras de incomunicación, aprenden a acompañarse y a saborear las delicias de la amistad, e incluso del amor.
El argumento está basado en la novela homónima de la parisina Anna Gavalda, escrita en 2004 y publicada en España por Seix Barral. Cuenta la historia de Camille, Philibert y Franck, tres vecinos de un edificio céntrico de París. Camille es una joven casi anoréxica, que ha abandonado la pintura y a su familia, y que trabaja como limpiadora. Philibert es un aristócrata devaluado y enfermizamente tímido, en parte por su tartamudez y baja autoestima. Franck es un joven hosco, cocinero, que vive torturado por tener a su abuela en un asilo. Entre ellos se establecen unas relaciones en las que unos cuidan de los otros, brindándonos hermosos detalles de gratuidad y gestos de buen samaritano.
Es interesante el tratamiento de las relaciones sexuales, que tanto el cocinero como el aristócrata rechazan si no están abiertas a una relación de amor auténtico y duradero. También se agradece la valoración positiva de la vejez, en el personaje de la abuela. Estos detalles hacen que esta comedia -con su ración de frivolidad, personajes caricaturescos y algunas situaciones de mal gusto- rebaje la acidez y la procacidad de otras comedias francesas de temática similar y apunte una crítica a la promiscuidad y al enfermizo temor al compromiso. Una película pequeña que, a su manera, con sus toscas herramientas, quiere ser amable y positiva. El final, algo improbable, tiene un agradable regusto capriano.