Lo más sorprendente de esta película es que la dirija nada menos que Chen Kaige, el director de Adiós a mi concubina (Palma de Oro en Cannes 1993), El emperador y el asesino (premio al diseño de producción en Cannes 1999) y Together (premios al director y al actor en el festival de San Sebastián 2002).
El cineasta chino de 55 años (uno de los más conocidos realizadores de la Quinta Generación) escribe y dirige este cuento sobre la promesa que una hechicera hace a una niña pobre y huérfana: llegará a ser una hermosa princesa si renuncia a encontrar el amor. Sin embargo, pronto se enamorará de un misterioso guerrero.
Con este sencillo argumento y un guión ramplón -y a pesar de todo enmarañado- Chen Kaige pretende rodar una gran fábula, con maneras de Zhang Yimou… Pero nada le acompaña: los efectos especiales gritan su origen digital, las peleas de artes marciales son flojas, la interpretación de la actriz protagonista da vergüenza ajena y los supuestamente originales recursos cromáticos sólo sirven para recordar qué bien los utilizó Yimou en Hero. La película -a pesar de la fama de su director- ha tardado casi dos años en estrenarse en España. Por algo será.