Truculenta y trapecística precuela sobre los orígenes del asesino caníbal Hannibal Lecter, quinta entrega cinematográfica de la saga iniciada en 1986 con Hunter, que tuvo su punto álgido en 1991 con la premiadísima El silencio de los corderos (cinco Oscar: película, director, guión adapatado, actor y actriz).
Es llamativa la nómina de escritores y artistas ilustres que, de algún modo, se han implicado en esta saga (Hunter, El silencio de los corderos, Dragón Rojo, Hannibal, Hannibal: el origen del mal). Después de los realizadores Michael Mann y Ridley Scott y de los guionistas David Mamet y Ted Tally, les ha tocado el turno al director británico Peter Webber (La joven de la perla) y al propio novelista Thomas Harris, que adapta su libro Detrás de la máscara. La historia de Lecter comienza en Lituania, durante la Segunda Guerra Mundial. El pequeño Hannibal, hijo de una familia noble, será testigo de crímenes atroces y tendrá que luchar para sobrevivir.
Webber es un director solvente y se ha rodeado de un equipo de altura que incluye al músico japonés Shigeru Umebayashi (Deseando amar, 2046, La casa de las dagas voladoras) y a la gran actriz china Gong Li: la película tiene una factura impecable. El problema es que la historia de venganza que se cuenta en la película tiene, junto a unos altos niveles de truculencia y morbosidad, escaso interés y un dibujo de personajes bastante tópico. En definitiva, se trata de un diestro estiramiento de best seller. El lema promocional lo dice casi todo: el asesino no nació, fue creado. Pues eso.