Detroit 1962. Tres jóvenes afroamericanas -The Dreamettes- se presentan a un concurso musical que no ganan. Curtis Taylor, un vendedor de cadillacs con ganas de entrar en el mundo del espectáculo, se ofrece a actuar como manager del trío. Empieza entonces una exitosa carrera musical que despega totalmente cuando la talentosa y gordita solista sea sustituida por la joven y mucho más espectacular Deena Jones (la cantante-actriz Beyoncé).
El musical Dreamgirls se estrenó en Broadway en 1981. En 1982 aspiró a trece premios Tony. Además de ponerse detrás de las cámaras, el realizador americano Bill Condon («Dioses y monstruos») fue el encargado de adaptar el guión. No era un género nuevo para él: suyo es el oscarizado libreto de «Chicago».
«Dreamgirls» fue una de las grandes sorpresas en la reciente edición de los Globos de Oro: se alzó con el premio a la mejor película (en la categoría de comedia y musical) y se condecoró también a sus dos secundarios. A los Oscar se presenta con la friolera de ocho nominaciones algo engañosas (tres de las menciones corresponden a otras tantas canciones). De todas formas, en esta ocasión los Oscar pueden dar pistas: además de las susodichas canciones, «Dreamgirls» opta a estatuilla en las categorías de mejores actores secundarios, mejor diseño de producción, vestuario y sonido. Efectivamente, la cinta es un musical mimado desde el punto de vista de la puesta en escena: es un alarde de color, de efectos, de luz un espectáculo, que de eso se trata (otra cosa es que guste más o menos el tono del musical). En la parte musical, Henry Krieger, creador de la partitura original, ha sido el encargado de la adaptación al cine. Para ello ha añadido cuatro nuevos temas a la banda sonora. La simpleza de la mayoría de las letras de las canciones se contrarresta con un ritmo pegadizo y buenas interpretaciones.
No hay tanto mimo en el guión: una historia ramplona, mil veces vista, poco original y un dibujo de los personajes principales -lástima de Jamie Foxx- desarrollado a trompicones. Menos mal que para salvar la historia están los secundarios: un correcto Eddie Murphy y una destacable Jennifer Hudson (ambos candidatos al Oscar), que debuta en el cine después de haber quedado finalista en el concurso American Idol.
Ana Sánchez de la Nieta