Grbavica es el nombre de un barrio de Sarajevo. Durante la guerra, la zona fue asediada por el ejército de Serbia y Montenegro y convertida en un campo de prisioneros donde se torturó a la población. Finalizada la guerra, Esma, una mujer de unos 40 años, sigue viviendo en el barrio de Grbavica, con su hija de doce años, Sara. Cuando Sara pregunta a su madre sobre el padre ausente, Esma siempre le dice que desapareció en la guerra, que fue un valiente soldado.
La directora bosnia Jasmila Zbanic (Sarajevo, 1974) ganó el Oso de Oro a la mejor película en el último festival de Berlín con su «opera prima», una desgarradora historia sobre las heridas de la guerra de los Balcanes. Al recoger el premio, sus palabras no pudieron ser más claras: «Aprovecho este podio europeo para recordar que hoy siguen libres en Europa dos personas, Radovan Karadzic y Ratko Mladic, que organizaron la violación de 20.000 mujeres en Bosnia, la muerte de 100.000 personas y la deportación de un millón de seres humanos. No hay que recordarlo porque Europa lo sabe y lo permite».
«Grbavica» es una película muy bien interpretada (Mirjana Karanovic es una actriz prodigiosa), con un sólido guión y un acabado formal muy digno. A diferencia de otros cineastas que se han acercado al mismo drama con un tremendo pesimismo, Jasmila Zbanic, sin edulcorar la terrible realidad del presente y del pasado decide abrir su película a la esperanza, sin dejar de gritar alto y claro contra una barbarie que solo se frenó con la intervención militar norteamericana. Uno de los pasajes más vergonzosos de la Europa de los últimos 50 años.
Alberto Fijo