Charles Bukowski, fallecido en 1994, ha sido elevado a la condición de autor de culto, probablemente por una errónea interpretación de su obra que convierte en poético las realidades más sórdidas sobre las que escribió. «Factotum», versión cinematográfica de su segunda novela, narra la vida errática y absurda de Hank Chinowski (Matt Dillon), alter ego del autor, dedicado a hacer lo que le da la gana: fumar, beber, apostar en las carreras de caballos, fornicar y escribir. Para mantenerse hace como que trabaja y los empleos le duran menos que los paquetes de cigarrillos que fuma sin parar.
No es la primera vez que Bukowski pasa a la pantalla grande («Barfly»), pero sí la mejor. La visión del noruego Hamer tiene mucho de literaria. Además tiene un propósito desmitificador para el que se vale de esa fría visión que mostró en «Kitchen Stories», unos planos largos, fríos, irónicos que destruyen toda pretensión de belleza en la vida bohemia del autor -de cualquier autor- reduciéndola a capricho, sexo barato, resaca y humo. Además, Hamer encuentra poesía donde la hay, y si no, oigan la voz de Matt Dillon mientras la cámara se aleja de la ventana donde está y muestra esa aterradora visión de los barrios más cutres de la ciudad.
Película singular, valiosa e interesante pero desagradable porque el personaje y la realidad que muestra son repulsivos. Un reparto maravilloso da el do de pecho en todo momento. Para todo aquel que se interese por Bukowski y autores similares.
Fernando Gil-Delgado