Director: Rob Marshall. Guión: Robin Swicord, basado en la novela de Arthur Golden. Intérpretes: Zhang Ziyi, Gong Li, Michelle Yeung, Ken Watanave, Koji Yakusho. 144 min. Adultos. (XS)
En 1929, dos niñas de un pueblo costero son vendidas por su padre y trasladadas a Kioto. La mayor se convierte en prostituta, mientras que la pequeña, Chiyo, entra como sirvienta en un hogar de geishas, refinadas mujeres que se forman exhaustivamente para entretener a hombres poderosos a través de su compañía, su conversación, sus cánticos y bailes, y a veces sus favores sexuales. Con el paso del tiempo, Chiyo se convierte en la bellísima geisha Sayuri, envidiada por su compañera Hatsumono y atormentada por su amor imposible hacia un empresario que conoció de niña.
Por su factura, esta adaptación del «best seller» de Golden parece una superproducción del Hollywood clásico, con todo su glamour, su romanticismo desatado y su despliegue de medios. En este sentido, brillan con luz propia la ambientación, la colorista fotografía de Dion Beebe y la impresionante banda sonora sinfónica de John Williams, premiada con el Globo de Oro. También las interpretaciones son sólidas -sobre todo con Go Ling y Zhang Ziyi frente a frente-, y la puesta en escena de Rob Marshall («Chicago») resulta vibrante, especialmente cuando extrema el recurso al ballet para resolver las secuencias más emotivas.
Sin embargo, a la película le falta un punto de autenticidad y tres puntos de hondura moral, y le sobran unos cuantos excesos melodramáticos, algunos muy enfáticos y tediosos. En todo caso, queda una cinta digna, agradable de ver y oír, y suficientemente elegante en el tratamiento de un tema que podría haberse enfocado desde una perspectiva mucho más sórdida.
Jerónimo José Martín