Director: Eric van Looy. Guión: Carl Joos y Erik van Looy. Intérpretes: Jan Decleir, Koen de Bouw, Werner de Smedt, Jo De Meyere, Gene Verboets, Dirk Roofhooft, Laurien van den Broec. 123 min. Adultos. (VXD)
Dos agentes de la policia judicial de Amberes investigan el asesinato de un arquitecto municipal. Las pistas conducen a un veterano sicario (un espléndido Jan Decleir, protagonista de la película holandesa «Karakter») que experimenta síntomas del alzheimer.
Un millón de espectadores en Bélgica convierten a este «thriller» en la película autóctona más taquillera de la historia de aquel país. El guión adapta una novela de Jef Geeraerts escrita en los ochenta y traslada la acción a 1995, quizás por el impacto causado en Bélgica por los repulsivos crímenes del pederasta Dutroux.
Aparentemente, no hay nada de novedoso en esta película: pareja de policías que se complementan, relación en clave de «quid pro quo» entre el policía y el criminal, rivalidad entre departamentos policiales, clima de corrupción en los poderes públicos, degeneración ambiental que genera desengaño y hastío en el policía honrado, etc.
Pero hay que reconocer que Van Looy cuenta muy bien la historia. Hay además un «casting» acertado, una dirección de actores notable y una realización fluida. La película es entretenida y, a la vez, tiene esa profundidad en la mirada sobre unos personajes bien construidos que no se suele advertir en la mayoría de las películas norteamericanas recientes del mismo género.
Sobra una tontísima secuencia exhibicionista y la temática es cruda. Aunque no se trate de un elemento fundamental, sorprende cómo se carga la mano de manera grotesca en la religiosidad de uno de los personajes, que -faltaría más- es el malo malísimo y parece serlo en gran medida por ser católico. Imaginen esto mismo con un musulmán o un judío. Impensable.
Alberto Fijo