Basada en un caso real, esta película española cuenta la historia de Pilar, una mujer que regenta un negocio de efectos navales en una ciudad de la costa gallega. Casada con un empleado de banca, tiene tres hijos y vive una vida bastante normal. Cuando descubre que Fito, su hijo mayor, de 17 años, consume drogas, todo cambia. Primero viene el desconcierto y luego, la acción, porque Pilar es una mujer de acción.
El guión de Ángeles González-Sinde ficciona con sensibilidad la historia de Carmen Avendaño y de la asociación que fundó para ayudar a los chicos jóvenes a salir de la adicción a la droga y para luchar contra las mafias gallegas del narcotráfico.
Adriana Ozores vuelve a demostrar que es la madre más convincente del cine español, en una interpretación muy ajustada.
Es evidente que la película acusa las limitaciones propias de un director, Gerardo Herrero, que siendo un buen productor, no tiene mano para contar historias e incurre en un discurso con tiempos mal medidos que, a ratos, resulta plano y reiterativo, seguramente porque la cinta no termina de encontrar la manera de hacer compatible la cercanía propia del documental con la emoción característica de la ficción.
El título de doble sentido es muy oportuno: es el perfecto compendio de una hermosa historia, de una película que sin ser grande es capaz de poner encima de la pantalla el tremendo problema de muchos jóvenes, de muchas familias, avivado por la hipocresía de muchos que con su «No, pero…» siguen haciendo posible el negocio de la droga.
Alberto Fijo