Ya no somos dos

We Don't Live Here Anymore

TÍTULO ORIGINAL We Dont Live Here Anymore

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: John Curran. Guión: Larry Gross. Intérpretes: Mark Ruffalo, Laura Dern, Peter Krause, Naomi Watts. 101 min. Adultos.

En la costa oeste de Estados Unidos, junto a la frontera con Canadá, dos profesores de universidad, tienen una relajada amistad, que les lleva a hacer deporte juntos y tomar copas después del trabajo. La mujeres de ambos son íntimas. Con frecuencia, las dos parejas quedan para cenar juntos, después de acostar a sus hijos. Pero ambos matrimonios no son tan felices como parecen.

En la adaptación de los textos de André Dubus («En la habitación») sobre el adulterio y la infidelidad, el guionista ha cambiado el punto de vista del personaje central por una perspectiva que mezcla la percepción contrapunteada de los cuatro personajes. La buena estructura del guión, la acertada música y la calidad interpretativa dan a la película ritmo e interés. En ocasiones, acogota la insistencia y la cerrazón de los conflictos matrimoniales, que el director ha intentado paliar usando el formato scope, para abrir la historia y dar un aire de paisaje interior al clima enrarecido de culpa que domina la película.

Es inteligente el trato audiovisual de los conflictos interiores de los personajes y su evolución. Especialmente en la manera de retratar el remordimiento. La música, usada sólo de modo incidental, se funde con la imagen y ayuda a plasmar estos conflictos de un modo, en ocasiones, casi poético. A diferencia de películas de temática similar donde los hijos parecen elementos meramente decorativos, en ésta son fundamentales, dan profundidad, aire y riqueza a la historia, influyen en el cambio de actitudes y actúan como paradoja del infantilismo caprichoso de los adultos. Una película dura, en la que sobra el reiterado énfasis didáctico en la dimensión física del adulterio, pero que sabe abordar cuestiones de mucho calado, encarnadas en las vidas de unos personajes que evolucionan y maduran. El final, abierto como la vida, se desmarca del tremendismo pesimista tan de moda.

Sofía López

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