Hace dos años, el argentino Carlos Sorín dirigió “Historias mínimas”, ganadora del Premio del Jurado en el Festival de San Sebastián 2002 y del Goya 2003 a la mejor película extranjera de habla hispana. Ahora se supera en “Bombón, el perro”, nueva historia mínima que ganó el Premio FIPRESCI de la Crítica Internacional en el reciente Festival de San Sebastián 2004.
Trata de un hombre de cincuenta y dos años, Juan Villegas, que se ha quedado en paro después de trabajar toda su vida en una gasolinera. El día que una mujer le regala un perro de raza, la vida de Villegas cambiará por completo.
La película consigue un delicioso equilibrio entre su contenido social y el tono cómico y eminentemente tierno de la historia. Un actor no profesional, que destila humanidad, y un perro imponente iluminan la pantalla durante hora y media irradiando esperanza y dignidad. A ello contribuyen también una variopinta galería de secundarios. Sorín vuelve a escoger la Patagonia como escenario de sus argumentos mínimos pero esenciales.
Lo visual es en el cine de Sorín más importante que lo verbal. Y también en ello se nota su afición por el documental, que da prioridad a la realidad sobre el discurso. Quizá por eso los personajes tienen el mismo nombre que los actores que los encarnan. Menos el perro, Bombón, que en la vida real se llama Gregorio.