Director y guionista: Amer Alwan. Intérpretes: Shatha Salem, Sami Kaftan, Hussein Imad, Saadiya Al Zaydi. 100 min. Jóvenes.
El iraquí Amer Alwan, autor de varios documentales sobre la situación de su país, se estrena en el largometraje de ficción con Zaman, el hombre de los juncos, coproducido con Francia y galardonado en el Festival de San Sebastián 2003 con el Premio Futur Talent de SIGNIS, la Asociación Católica Mundial de la Comunicación. Se trata de una historia de amor conmovedora atravesada de una concepción muy religiosa de la vida. Zaman y su mujer han vivido siempre en los pantanos del sur de Irak, donde estuvo el bíblico Edén. Ella padece una extraña enfermedad debida a la guerra. Consulta al único médico de la zona, y éste le aconseja que vaya a la ciudad a buscar medicinas. Navegando a lo largo del Tigris, y después de innumerables esfuerzos, Zaman llega a Bagdad. Pero no va a ser fácil conseguir la medicación.
Una pequeña obra maestra. Cine preciso, pausado, contemplativo, en el que el entorno natural y los primeros planos de los personajes se armonizan maravillosamente al servicio de una historia sencilla en su trama, pero densísima por su calado de humanidad. Zaman, el hombre de los juncos muestra cómo la dignidad del ser humano no tiene nada que ver con sus recursos económicos, sino con su forma de relacionarse con los otros, con el mundo y con el misterio, que en esta película lleva el rostro de Alá. Zaman es muy religioso, pero no un fanático; ve en todo la mano de Dios y a él se dirigen sus continuas plegarias. Lo que puede entenderse como un final resignado, es en realidad una afirmación de la eterna positividad del ser.
Una música excelente, una fotografía cercana a la estética iraní y unos actores que solo con sus gestos llenan la pantalla son los ingredientes de esta película imprescindible, que Sadam Hussein censuró.
Juan Orellana