Hace un par de años, la popular película Tigre y Dragón, del cineasta taiwanés Ang Lee, descubrió al gran público occidental un tipo de cine dramático de artes marciales, enormemente popular en Extremo Oriente, pero todavía poco apreciado en Europa y Norteamérica. En la vanguardia del actual desembarco de films de este género se encuentra Bichunmoo, en su momento la película surcoreana más cara de la historia y un ejemplo paradigmático de ese espeso cóctel de dramas, peleas y un cierto lirismo mágico.
La acción de esta especie de Romeo y Julieta -inspirada en un popular cómic- transcurre en la China del siglo XIV, al final de la dinastía Yuan, cuando la estabilidad se vio convulsionada por las sangrientas luchas raciales entre los han, los mongoles y los koryo, antiguos coreanos. Esas guerras marcan trágicamente el amor entre Sullie, hija ilegítima de un general mongol, y Jinha, hijo de un pobre inmigrante koryo y depositario de una ancestral y mortífera técnica de artes marciales, el bichunmoo, que todos sus enemigos ansían conocer como sea.
El flash-back inicial resulta confuso, el desenlace se alarga demasiado y abundan los pasajes excesivamente melodramáticos. Sin embargo, el conjunto funciona bastante bien, y ofrece sugestivas recreaciones de época e impactantes combates de artes marciales, coreografiados con un ritmo trepidante y reforzados con originales efectos visuales.
Jerónimo José Martín