Después de la nostálgica Primer y último amor, Antonio Giménez-Rico afronta en Hotel Danubio -producida por José Luis Garci- una inquietante historia de intriga. Una noche de temporal, Hugo llega al Hotel Danubio, en la Costa de la Muerte, acompañado de su novia -una joven corista- y del veinteañero hijo de él. Cuando dan un paseo nocturno junto a la costa, Carlos resbala por un precipicio y cae al vacío. Sin embargo, lo que parece un accidente, puede ser algo de naturaleza muy distinta.
Giménez-Rico reconstruye un sólido guión de Carlos Blanco que ya inspiró la película Los peces rojos, de José Antonio Nieves Conde. El director burgalés opta por una estructura narrativa compleja, que resuelve a la perfección. La película se presta a más de una lectura, y las escenas y diálogos están calculados para no dar ni más ni menos información de la necesaria. Hotel Danubio es un thriller psicológico contado con el clasicismo más elegante, sin concesiones al vacuo efectismo o al montaje impresionista. Un argumento que se prestaría actualmente a grandes dosis de sexo y violencia, está resuelto con el buen gusto propio de los grandes.
Santiago Ramos está impecable y contenido, y la debutante Carmen Miranda -hija de la artista Rocío Dúrcal- hace gala de unas maduras dotes interpretativas. Los actores secundarios, la fotografía de Raúl Pérez Cubero y la dirección artística de Gil Parrondo redondean esta película llena de oficio y maestría, que reivindica la vigencia de lo clásico.
Juan Orellana