Director: Tom Shadyac. Guión: David Seltzer y Brandon Camp & Mike Thompson. Intérpretes: Kevin Costner, Joe Morton, Ron Rifkin, Linda Hunt, Kathy Bates. 90 min. Jóvenes.
Tras consagrarse como actor en Los intocables de Elliot Ness, y como director en Bailando con lobos, Kevin Costner cayó en una profunda crisis artística, que aún no ha superado. Su nuevo intento de recuperar la buena forma perdida es Dragonfly, extraña película en la que Tom Shadyac deja temporalmente la comedia de baja estofa -él dirigió lindezas como Ace Ventura, Mentiroso compulsivo o El profesor chiflado- para retornar al melodrama, que ya abordó con cierto éxito en Patch Adams. Esta vez lo intenta, en concreto, al estilo esotérico-místico de El sexto sentido, El protegido o Mothman: la última profecía.
El guión describe el drama de Joe, un escéptico cirujano de urgencias cuyo frágil universo se hunde cuando su esposa embarazada fallece en Venezuela durante una misión pediátrica con la Cruz Roja. Joe intenta acallar su dolor ayudando a los niños con cáncer terminal que atendía su mujer en el Memorial Hospital de Chicago. Dos de ellos le harán ver que su esposa intenta comunicarse con él desde el más allá.
A veces la trama resulta algo espesa e insustancial, sobre todo cuando tontea con el New Age o con las imposiciones doctrinarias del movimiento gay. Pero se sostiene gracias a su profundo tratamiento del dolor y de la muerte, abierto a la trascendencia y dramáticamente eficaz. Además, el reparto cumple con creces, y Shadyac, aunque no aporta casi nada, imprime a su realización la fuerza y la capacidad de sugestión que la historia exigía.
Jerónimo José Martín