Director: Simon Wells. Guión: John Logan. Intérpretes: Guy Pearce, Jeremy Irons, Mark Addy, Samantha Mumba, Orlando Jones, Sienna Guillory. 105 min. Jóvenes.
Sobre idas y venidas en el tiempo se han hecho un montón de películas. Pero adaptaciones estrictas de La máquina del tiempo, la famosa novela de H.G. Wells, no hay tantas. La más famosa hasta ahora era El tiempo en sus manos, versión casi naïf que protagonizó Rod Taylor en 1960. Llega ahora una nueva adaptación libre de esa obra, dirigida por Simon Wells, bisnieto del propio escritor inglés, que debuta en imagen real tras haber dirigido importantes películas de animación, como Balto, Fievel va al Oeste o El Príncipe de Egipto.
La película relata las aventuras del científico neoyorquino Alexander Hartdegen. En 1899, su novia fallece, y Alexander se obsesiona con la posibilidad de viajar en el tiempo para cambiar el pasado y evitar la tragedia. Así, lleva al extremo la incipiente teoría de la relatividad, y fabrica una sofisticada máquina con la que viaja al pasado, y después al año 2030, al 2037 y al 802701. En esa extraña fecha ayudará a la degradada raza humana de los eloi a librarse del sangriento yugo de los morlocks, criaturas bestiales que se alimentan de los cuerpos y las mentes de los hombres.
Ciertamente, es mejorable la interpretación de la cantante africano-irlandesa Samantha Mumba, que debuta como actriz. Además, a Jeremy Irons le habría venido bien un poco menos de histrionismo, y a Guy Pearce un poco más de entusiasmo. En cualquier caso, el guión es ágil y original, la ambientación resulta muy imaginativa, los efectos visuales son excelentes y el tono de la película es amable y elegante, casi familiar, salvo en la recta final, quizá demasiado sensual y violenta.
Jerónimo José Martín