Desde que dirigiera hace 25 años Asignatura pendiente, José Luis Garci ha ganado un Oscar -por Volver a empezar-, ha optado a otros tres, ha renovado el cine policiaco -en las dos entregas de El crack- y ha resucitado el melodrama clásico, primero en su trilogía específica sobre el género -Canción de cuna, La herida luminosa y El abuelo- y ahora en un nuevo tríptico, iniciado con Youre the One y que culminará con Llendelabarca. La segunda entrega de esta serie, Historia de un beso, ya ha sido preseleccionada por la Academia Española de Cine para optar al Oscar al mejor film en lengua no inglesa.
Libremente inspirada en las figuras de Pío Baroja y su sobrino, Julio Caro Baroja, Historia de un beso entrecruza tres historias de amor ambientadas en épocas diversas. El hilo conductor es la muerte en 1949 de Blas Otamendi, un prestigioso escritor más bien antifranquista, que vivía en el pueblo asturiano de Cerralbos del Sella, el mismo donde transcurría Youre the One. Su sobrino Julio regresa de París, donde trabaja como profesor desde hace años. Su reencuentro con familiares y amigos despierta en él los recuerdos de su primer amor infantil, en 1925, que coincidió con el romance de su tío Blas con una desencantada mujer casada, admiradora de su obra literaria.
Garci ha arriesgado mucho al hilvanar las tres subtramas amorosas casi sin marcar las transiciones y con un tempo contemplativo y poético que las iguala de tono. Esta depuración radical afecta a veces a la progresión dramática de la historia; pero, con ella, Garci logra su propósito de igualar los recuerdos subjetivos y los hechos objetivos como elementos determinantes de la actuación de los personajes y de sus diferentes visiones del amor. Estas últimas son expuestas con gran elegancia verbal y visual -los paisajes, los silencios y las miradas dicen tanto o más que los jugosos diálogos a media voz-, y con una notable hondura, asentada en interesantes referencias literarias y atenta a las cosas pequeñas -las «cositas»- que definen la grandeza de una persona. En esta profundidad se aprecia la evolución de Garci hacia una integración sin prejuicios ideológicos de las diversas corrientes de pensamiento que han conformado la ecléctica cultura española contemporánea, desde el regeneracionismo laico de la Generación del 98 al catolicismo comprometido de la postguerra, este último presentado con más respeto que en El abuelo y Youre the One.
Todo esto se expone a través de una esmerada ambientación -coordinada por el maestro Gil Parrondo-, una bella fotografía de Raúl Pérez Cubero -esta vez en color- y una planificación siempre sustancial, que da primacía al excelente trabajo coral de un reparto de lujo. Dentro de él cabe destacar el buen hacer de Carlos Hipólito y Beatriz Rico, que encarnan de un modo especialmente veraz el amable costumbrismo evocador que Garci redescubre en esta película.
Jerónimo José Martín