Director y guionista: Zhang Yimou. Intérpretes: Zhao Benshan, Dong Jie, Dong Lihua, Fu Biao, Li Xuejian. Jóvenes. 95 min.
Zhang Yimou vuelve a acertar en su octava película, esta vez con Terrence Malick (La delgada línea roja) de productor ejecutivo. Happy Times es una divertida y conmovedora comedia urbana emparentada con Keep Cool. Brillan de nuevo una sensibilidad y una delicadeza nada comunes, envueltas en una sencillez que, a cada plano, desvela la presencia de un grandísimo cineasta que es una muy buena persona.
Confiesa Yimou que puso los cinco sentidos en la elección del protagonista, el popular cómico Zhao Benshan, un rostro bien conocido en China. El veterano actor encarna a un solterón jubilado que sobrevive con pequeños trabajos. Inestable y enamoradizo, Zhao hará lo imposible por reunir el dinero que le permita casarse con una rolliza y madura mujer, madre de un consentido adolescente, que reclama una boda por todo lo alto.
El director de El camino a casa se mueve con soltura en una comedia a ratos chispeante y llena de gags visuales al estilo del cine mudo; y otras veces surcada de humor negro, que Yimou utiliza con inteligencia metafórica para mostrar el presente y el futuro de la China urbana, cada vez más occidentalizada y por tanto sometida al zarpazo del materialismo consumista. La fotografía, el montaje y la música -firmadas por los colaboradores de las tres últimas películas de Yimou- son magníficas.
A la espera de Hero, la nueva película de Yimou, nos quedamos prendados de la soltura llena de encanto de una película divertida, entrañable y esperanzadora, que tiene un magnífico compendio en las tasadas sonrisas de Wu, la joven ciega que Zhao y sus amigos jubilados protegen de la crueldad de la vida. Radiante en su vestidito barato, rojo salpicado de margaritas, la luminosa visión de Wu, antes dolorosamente mostrada en una enfermiza delgadez, es otra metáfora, una propuesta esperanzadora, un bellísimo canto al amor que sabe a símbolo: cualquier cambio que no esté fundado en el amor llevará al gigante chino a una nueva frustración.
Alberto Fijo