Director y guionista: John Sayles. Intérpretes: Mary Elizabeth Mastrantonio, David Strathairn, Vanessa Martínez, Kris Kristofferson, Casey Siemaszko, Jimmy McDonell, Tom Biss. 126 min. Adultos.
No está claro si John Sayles es un escritor que hace cine o un cineasta que escribe sobre la naturaleza humana. En Limbo, su duodécima película, vuelve a explorar los entresijos del alma humana en sintonía con el paisaje. Si Passion Fish se desarrollaba entre pantanos, El secreto de la isla de las focas en las mágicas islas celtas y Hombres armados en las selvas centroamericanas, en Limbo son las pesquerías de Alaska -bellísimo pero inhóspito lugar, también fotografiado por Haskell Wexler- quienes coprotagonizan el film.
«Hay mucha gente que está atrapada en el limbo, gente que únicamente está esperando. No es el cielo. No es el infierno. No es el purgatorio, en el que esperas para entrar en el cielo. Es el lugar en el que nunca sabes qué va a pasar después», ha declarado John Sayles. Un maduro ex pescador; su novia, que es cantante; y la hija de ésta, de 19 años, quedan atrapados en ese limbo: en este caso, una pequeña isla donde sobrevivir es difícil, de la que no pueden escapar y donde tampoco pueden huir unos de otros. Allí lograrán comunicarse, se unirán, descubrirán lo que quieren de verdad. Si logran salir…
La presentación del pueblo y los personajes -ninguno insignificante, ninguno igual que otro- es una muestra de buen hacer cinematográfico. El montaje, del propio Sayles, impresiona a pesar de su aparente sencillez. Una vez en el limbo, la historia se endurece, se torna difícil, compleja, inquietante; se convierte en una aventura filosófica que deja al espectador decidir el final. Sin duda, al gran público le costará hacerlo.
Fernando Gil-Delgado