Intérpretes: Romane Bohringer, Elsa Zylberstein, Florence Thomassin.
De no haber sido tan desmedido su metraje -130 minutos- hubiera sin duda sido otra película, pero tal vez más eficaz y conseguida. Premio a la Mejor Película en el Festival de Cine de Mujeres de Madrid (1994), tiene un relevante aire femenino; es cierto que otras obras de mujeres no lo denotan, pero en ésta su femineidad es un valor.
Narra la historia de la amistad -desde los cinco años hasta los treinta- de Mina y Ethel, en un arco de tiempo que va desde la década de los sesenta hasta casi hoy, en París. La ciudad e interiores, vestuario, maquillaje, conversaciones y comportamientos son presentados en su cronología con cuidada, detallista y significativa expresividad. Con esa misma atención a los detalles, Martine Dugowson utiliza a lo largo del film muy variados recursos cinematográficos, que sin embargo enriquecen el conjunto. Éste permanece unitario, pues detalles y recursos, toques de humor, tienen un aire común: que todo cumpla una estética prefijada.
De origen judío, las familias traducen esa realidad; la religiosidad de los mayores, sus traumas de guerra, y la falta de aprecio de los jóvenes por su raza y costumbres, por la religión; las dos protagonistas no viven su fe judaica o no la tienen, y, a pesar de otras virtudes, entran de lleno en el permisivismo sexual, en el egoísmo, en el olvido del prójimo. Su desarraigo familiar y social explicaría la infelicidad y el fracaso vital de ambas amigas, su trágico final, quizá innecesario.
Pedro Antonio Urbina