Directores: John Musker y Ron Clements. Guión: Ron Clements, John Musker, Bob Shaw, Donald McEnery e Irene Mecchi. Dibujos animados. 92 min. Todos los públicos.
En la películas de animación de la Disney se simultanean desde hace años dos tendencias. Por un lado están el productor Don Hahn y los directores Gary Trousdale y Kirk Wise -responsables de La bella y la bestia, El rey león y El Jorobado de Notre Dame-, que apuestan por una línea argumental de contenido dramático. Por otro, está la opción decididamente satírica de John Musker y Ron Clements, directores de Basil, el ratón superdetective, La Sirenita y Aladdín, y ahora de Hércules. Uno y otro equipo ofrecen una altísima calidad narrativa y visual, pero el dúo Musker-Clements está derivando hacia un tipo de comedia cada vez más vacía.
En esta ocasión le ha tocado ser objeto de parodia a la mitología griega y, en concreto, a Hércules, presentado como un rubio cachas de gimnasio, ingenuo y dividido por su ambigua condición humano-divina. En su lucha contra el malvado Hades, descubrirá el amor y encontrará el sentido de la heroicidad más allá de la fuerza física.
Como era de esperar, la película ofrece una animación sobresaliente y a veces muy espectacular. También es de alta calidad la partitura de Alan Menken y las canciones -con música de Menken y letras de David Zippel-, esta vez al estilo gospel. Sin embargo, los posibles contenidos dramáticos del argumento son poco aprovechados, a causa de la discutible opción humorística de los autores, que rebajan la mitología clásica al enfocarla desde la anacrónica perspectiva del American way of life más superficial. Así, el agilísimo guión entretiene y arranca con frecuencia la carcajada; pero su absoluta ligereza debilita a los personajes y puede dejar en el espectador exigente una sensación de indiferencia, cuando no de irritación.
Este análisis puede ser superfluo si la película no pretende ser otra cosa que un simple entretenimiento. Pero cuesta aceptar que sólo sea eso, pues ofrece una determinada visión de la vida y del ser humano. Y, en ella, el único personaje con cierta talla es Megara, la bella y atormentada mujer fatal, cuya redención da entidad dramática a la bonita historia de amor.
El escritor español Rafael Gómez Pérez decía en su libro Raíces de la cultura: «Leyendo a un clásico, podía comprobar que muchos de sus pensamientos -expresados además bellamente, con clase- eran los pensamientos verdaderos para problemas que siguen siendo actuales porque son perennes, porque dan con lo hondo humano. De este modo, lo clásico salía de su Olimpo para entrometerse en las discusiones de hoy, para decir, con la categoría de la historia, lo que otros callan». Pues bien, en Hércules, la Disney ha sacado a los dioses griegos de su Olimpo tan sólo para decir, a ritmo de gospel, que «el arte de ser héroe es un don, / va con el corazón, / es más que la fuerza / es lo que te esfuerzas». Poca cosa para tan olímpico despliegue.
Jerónimo José Martín