Director y guionista: Aki Kaurismäki. Intérpretes: Kati Outinen, Kari Väänäen, Elina Salo, Sakari Kuosmanen. 96 min. Adultos.
Esta película de Aki Kaurismäki (La chica de la fábrica de cerillas, Me casé con un asesino, La vida de Bohemia) es muy propia del cine del Norte, frío, triste, aunque con un constante sentido del humor. Es el típico cine de autor, minimalista, de tempo lento, sostenido en las imágenes más que en las palabras, exigente. Cine también de actores, con una interpretación casi muda y, por tanto, gestual. Cine, en fin, de artista.
En Finlandia, una recesión económica deja en la calle al matrimonio formado por Lauri, conductor de tranvía, e Ilona, maître de un legendario restaurante, que sólo conserva el nombre de sus tiempos de gloria, y ha sido comprado por una gran cadena de restaurantes. Sus reacciones son muy diferentes: Ilona, la mujer, es más fuerte que el hombre, más estable, consciente de la situación, luchadora; supone el constante apoyo de un marido que se resiste a aceptar su nueva condición de parado y se empeña en vivir como si nada hubiera ocurrido.
El peculiar realismo de Kaurismäki está entre El ladrón de bicicletas y ¡Qué bello es vivir! Todo en la película tiene un solo objetivo: la credibilidad. Para ello cuenta con un excelente tratamiento de la luz y de los colores, especialmente en interiores; un fino sentido del humor, que permite respirar entre tanta desgracia; unos actores espléndidos en sus papeles; una música que, entre tanta frialdad inexpresiva, lleva el ritmo emocional. Puede que a cierto público tanta ausencia de sentimiento explícito le produzca una cierta sensación de falsedad, como de muñecos de trapo; pero no es sino la síntesis, buscada por Kaurismäki, entre el neorrealismo italiano y el optimismo de Capra. Además, esta ausencia de gestos sentimentales no significa falta de sentimientos; al contrario, la acción está llena de hechos y de detalles que indican un profundo amor a los demás. Y, en todo caso, ayuda a conocer mejor el carácter nórdico, y no sólo de visita en vacaciones.
Dice el director que en esta película muestra las dos caras del desempleo, que afecta a millones de personas en todo el mundo: la cara documental, que refleja el profundo sufrimiento físico y, con mucha más hondura, el sufrimiento moral de los que se ven en esta situación, tan dolorosa; y la otra cara, de solidaridad familiar y de compañerismo, de esperanza en la vida que, a pesar de los pesares -que son nubes pasajeras-, merece la pena ser vivida; esto es lo que parece decirnos con el alegre -casi inesperado entre tanta contrariedad- final feliz del grupo formado por ese matrimonio y sus amigos.
Pedro Antonio Urbina