Año 70. Una prostituta da a luz a Víctor. Año 90. El niño, ya crecidito, deja parapléjico por un disparo accidental a David, un policía. Año 96. Víctor sale de la cárcel y se lía con la mujer de Sancho, compañero policía de David. Pero está enamorado de Elena, que se casó con David por lástima. Suena a culebrón.
Pedro Almodóvar adapta a su manera una novela de Ruth Rendell. Y demuestra su dominio de la mecánica cinematográfica. Hay momentos bien resueltos, como la apertura o la explicación en la guardería del famoso disparo. Pero la narración se frena por las largas paradas de los apareamientos. Además, casi toda la historia requiere un grado excesivo de credulidad en el espectador. Aunque el reparto es aceptable, no sabemos qué vio Almodóvar en Liberto Rabal para darle el papel de Víctor. La presencia física no oculta sus carencias, que piden a gritos clases particulares de su abuelo Paco Rabal.
José María Aresté
