Director: Danny Boyle. Guión: John Hodge. Intérpretes: Ewan McGregor, Cameron Diaz, Ian Holm, Holly Hunter, Delroy Lindo, Ian McNeice, Stanley Tucci. 96 min. Jóvenes-adultos.
El éxito de Trainspotting lanza al trío británico Danny Boyle (director), John Hodge (guionista) y Andrew MacDonald (productor) a filmar su primera película norteamericana, una historia romántica y optimista, abierta a la trascendencia. Y que, sin embargo, conecta con la visión desencantada de los otros films de Boyle. A su manera, los personajes responden al perfil de jóvenes con estrechos horizontes. Robert trabaja en una empresa de limpieza, pero su ilusión sería escribir guiones de cine. Su despido y sustitución por un robot, es un shock. Desesperado, amenaza a su jefe y secuestra a su hija Celine. En cuanto a ésta, rica y mimada, decide añadir algo de emoción a su vida facilitando a Robert su secuestro.
Si perdedores son los seres humanos, lo mismo cabría aplicar a los ángeles Jackson y O’Reilly, y a su jefe, el arcángel Gabriel; en su concepción antropomórfica, en clave humorística, es visible su cansancio de ayudar a los humanos en sus continuas crisis matrimoniales. En su nueva tarea, lograr que Robert y Celine se enamoren, las dificultades les llevan a considerar la paciencia de Dios con los hombres, y a pensar que quizá los tiene demasiado descontrolados. Pues la ayuda celestial a los protagonistas no impide su libertad. Aunque aventuras y desventuras sean alocadas, y recurran a la violencia paródica, las domina un tono que tiende a ser amable, y que hace posible la declaración final, en que los personajes hablan explícitamente de su confianza en la providencia divina.
Con un tono ligero, a veces algo frívolo y sensual, siempre con sentido del humor, se habla de que es posible la felicidad entre un hombre y una mujer, y de las ayudas insospechadas que uno recibe. Boyle menciona dos referencias para su film: A Matter of Life and Death (Michael Powell, 1946) en la recreación celestial, y Sucedió una noche (Frank Capra, 1934) en el romance. No está mal para alguien a quien se relaciona siempre con directores modernos (Kubrick, Scorsese, Tarantino, Lynch). El cielo lo presenta con una óptica moderna, dominada por el color blanco, en la que los ángeles aparecen como ejecutivos. En la relación de Robert y Celine se juega bien con el contraste de personalidades entre Ewan McGregor y Cameron Diaz: él, poco decidido, con escasa imaginación, víctima del capitalismo; ella, resuelta e ingeniosa, cansada de su vida de niña consentida. Existe la tan manida química entre los dos actores, y los momentos de humor -y drama- funcionan perfectamente.
José María Aresté