Mensaka

Director: Salvador García Ruiz. Guión: Luis Marías. Intérpretes: Gustavo Salmerón, Tristán Ulloa, Adrià Collado, Laia Marull, María Esteve, Guillermo Toledo, Lola Dueñas. 101 min. Adultos.

GÉNEROS

Película generacional, ya no de una juventud alocada y autoaturdida, sin horizonte ni metas, sino la de esa edad fronteriza con la próxima madurez. El guión de Luis Marías ha dado ese giro más serio y reflexivo sobre la novela de José Ángel Mañas, de la que parte.

Tres parejas viven, desde distintas situaciones sociales y personales, el declinar de sus propios sueños ante la dura realidad del vivir cotidiano, de un futuro pragmático que se les viene encima. Esas «páginas de una historia» giran en torno un mensajero (Mensaka), que interpreta Gustavo Salmerón con su cada vez más convincente buen hacer: un aspirante a músico, radical e intransigente, que ve anuladas sus aspiraciones por el egoísmo de quienes consideraba amigos. Mensaka da un giro generoso a su vida ayudando a su compañera, una dependienta -estupenda Laia Marull-, para que reanude sus estudios universitarios. Otros personajes, unidos inicialmente por sus proyectos musicales, son un desaprensivo cantante, que triunfará pisando a los demás; su novia, una niña bien, un poco necia, que se resiste a madurar. El compositor novel, débil y melancólico, cuya familia acomodada le empujará a un ordenado trabajo burgués; y su ocasional amiga, camarera y drogadicta. Un camello, gracioso y sin futuro… Todos los actores están espléndidos en sus papeles.

Una generación más joven, moralmente envejecida y brutal, parece ir barriendo de la escena a estos mayores.

Esta primera película de Salvador García Ruiz tiene un tono sobrio y medido, de tonos ocres, tanto en escenografía e imágenes, como en su estilo narrativo, seguro, esencial y contenido. Ese mismo tono impone a sus actores, ocre, como marcado por su no lejano otoño vital, pues ese es el quid de la historia. De ahí que deje un sabor melancólico, la nostalgia de algo perdido, como casi todas esas vidas que, por su desconcierto y desorientación culpables, han malgastado su juventud.

Pedro Antonio Urbina