Director: Patrice Leconte. Guión: Serge Frydman. Intérpretes: Daniel Auteuil, Vanessa Paradis, Claude Aufaure, Fabrouk Bermouga, Bertie Cortez, Nicola Donato. 90 min. Jóvenes-adultos.
No he visto todas las películas del francés Patrice Leconte, pero creo conocer suficientemente la obra del director de El marido de la peluquera, La maté porque era mía, El perfume de Yvonne o Uno de dos. En mi opinión, La chica del puente es superior a todo lo que ha hecho hasta ahora, y anuncia una fecunda etapa en su obra.
Un larguísimo primer plano de Adèle (Vanessa Paradis), en el que relata cómo la mala suerte la ha perseguido a lo largo de su corta vida, da paso a un puente parisino de noche. Adèle ya no aguanta más. Cuando va a saltar, una voz dice: «Pareces una chica a punto de cometer un error». Gabor (Daniel Auteuil), lanzador de cuchillos en un circo, le propone convertirse en la diana humana que necesita. Ella acepta. La trayectoria de estos dos tristes artistas, que unidos convierten en oro todo lo que tocan, está rodada con el desenfado de un cuento de hadas en la mejor tradición de la fantasía francesa, es decir, con un cierto aire de racionalidad y con unas gotas de magia. La pareja protagonista funciona a la perfección. El veterano Daniel Auteuil está a medio camino entre el padre, el director y el novio de su alocada pupila.
Esta fantasía no tiene propósito ni moraleja, es un bello relato, quizá demasiado pequeño para ser una gran obra, pero que constituye una lección de buen cine francés, rodada por la sencilla razón de que había una historia que contar. De todos modos, se puede reprochar el absurdo tono sensual ciertamente fuera de tono que Leconte utiliza en un número de lanzamiento de cuchillos, similar al que empleó en uno de los cortes de pelo de El marido de la peluquera. Por lo demás, Leconte utiliza el blanco y negro, porque era el color adecuado a la historia, y sólo se desequilibra un poco al precipitar la acción hacia su previsible final.
Fernando Gil-Delgado