Director: Wayne Wang. Guión: Alvin Sargent. Intérpretes: Susan Sarandon, Natalie Portman, Bonnie Bedelia, Shawn Hatosy, Hart Bochner, Heather McComb. 110 min. Jóvenes-adultos.
Adele y Susan. Madre e hija. Se dirigen a Beverly Hills, tras un matrimonio fracasado. Adele es un poco cabeza loca, ingenua; confía, sin excesivos fundamentos, en que un cambio de aires ayudará a rehacer su vida sentimental, a la vez que mejorará la relación con su hija adolescente. Susan está en una etapa decisiva en su vida, en que todo son preguntas, dudas acerca del modo de comportarse de su madre, nostalgias por los amigos y parientes de toda la vida, a los que echa de menos. ¿Servirá el traslado para unir más a madre e hija?
Wayne Wang (Cómete una taza de té, El club de la buena estrella, Smoke) explora con sensibilidad en el alma femenina a partir de un guión de Alvin Sargent (Gente corriente), basado a su vez en una novela de Mona Simpson. El film no aporta novedades; es una historia de relación madre-hija, contada mil veces de modos diversos, el más reciente el de la interesante Tumbleweeds. Pero cuando abunda un cine de efectos digitales a mansalva, donde los personajes son poco más que sombras sin carácter, se agradece una historia con rasgos nítidos y creíbles.
Gran parte del mérito de esa credibilidad corresponde a las dos actrices principales. A estas alturas, poco le queda que demostrar a Susan Sarandon. Más sorprende Natalie Portman, después de su reina Amidala de cartón piedra en La amenaza fantasma. En el film de Wang hace un alarde interpretativo, mostrando todos los matices de una adolescencia que exhibe, simultáneamente, síntomas de inseguridad y de madurez, sin caer, para nada, en la esquizofrenia. Esta chica promete.
José María Aresté