Director: Wes Craven. Guión: Pamela Gray. Intérpretes: Merryl Streep, Aidan Quinn, Angela Bassett, Henry Dinhofer, Michael Angarano, Charlie Hofheimer, Kieran Culkin, Gloria Stefan, Isaac Stern, Itzhak Perlman, Arnold Steinhardt. 123 min. Jóvenes.
Como otras películas relacionadas con la enseñanza, Música del corazón resalta ciertas virtudes con la finalidad de subrayar el valor de las acciones individuales frente a la frecuente ineficacia de las soluciones institucionales. Está basada en la vida de la profesora de violín Roberta Guaspari (Meryl Streep), que, de la nada, creó un programa pedagógico en los institutos de Harlem oriental. Madre de dos hijos, los tres quedan en mala situación cuando los abandona su marido. Un viejo amigo (Aidan Quinn) le sugiere ir a un instituto en Harlem. Guaspari tendrá que convencer a la directora, que no cree en su proyecto y carece de financiación para llevarlo a cabo. Pero Guaspari insiste y logra establecer el programa, a pesar de las previsibles dificultades, entre ellas la planteada por una madre afroamericana que se queja de que enseñen a sus hijos la música de «hombres blancos muertos».
Muchas películas que pretenden basarse en hechos reales caen en el melodrama excesivo; esta se ajusta a la realidad -la profesora Guaspari vive todavía-, que de por sí tiene bastante de aventura. El guión aligera las escenas románticas. Quinn es expulsado, en una concisa lección de sensatez: «Quedas despedido. Necesito a alguien que se comprometa». Años después aparecerá otro hombre. Pero la película no trata de romances sino de practicar, practicar y practicar. Al cabo de diez años, el programa de Guaspari se ha extendido a tres escuelas y es tan solicitado que hay numerus clausus. Entonces cortan la financiación y el programa corre peligro de desaparecer. Un concierto benéfico en el Carnegie Hall podría ser la solución.
La segunda parte de la película adopta un tono más testimonial, al aprovechar el oscarizado documental Small Wonders, basado en ese mismo suceso, y cuyo equipo de producción ha colaborado con Wes Craven. De hecho, Isaac Stern, Itzhak Perlman y Arnold Steinhardt se interpretan a ellos mismos en el film.
Conocido sobre todo por discutibles películas de terror -como Pesadilla en Elm Street o Scream-, Wes Craven sorprende esta vez con hechuras de gran director. Su entrada en materia es un modelo de sobriedad: durante los títulos de crédito, una serie de fotografías van presentando la historia; un eficaz recurso, ya utilizado por Hitchcock en La ventana indiscreta. El resto es una muestra de buen hacer fílmico: mima las interpretaciones, busca los encuadres y el ritmo más adecuados en cada momento, sortea con habilidad el escollo del melodrama y aborda brevemente multitud de temas -la ausencia del padre, la incomprensión, la fidelidad…- a través de medios puramente cinematográficos.
Fernando Gil-Delgado