Director: George Tillman Jr. Guión: Scott Marshall Smith. Intérpretes: Cuba Gooding Jr., Robert De Niro, Charlize Theron, Aunjanue Ellis, Hal Holbrook, David Keith, Michael Rapaport, Powers Boothe. 129 min. Jóvenes.
Generosa recreación de la historia real de Carl Brashear, hijo de un aparcero de Kentucky, que se convirtió en 1952 en el primer buceador afroamericano de la Armada de Estados Unidos. Con el tiempo, Brashear llegó a ser Capitán Buceador y Buceador Jefe, los más altos grados que concede la Armada. Además, su hoja de servicios fue incluida en los archivos de la Marina, un honor reservado a muy pocos militares.
El guión exalta sobre todo la tenacidad de Brashear para vencer los fuertes prejuicios raciales de la época y para superar la amputación de parte de su pierna izquierda, sufrida en 1966 tras el rescate de una cabeza nuclear en el Mediterráneo español. Esta trama central se enriquece con su amistad a lo largo de los años con Billy Sunday, un personaje ficticio, que aúna características de diversos militares reales. Billy Sunday es en la película un legendario Capitán Jefe de Buceadores, de fuerte carácter y casado con una bellísima mujer. Tras un grave accidente, que le impide el servicio activo, Sunday se convierte en el durísimo instructor de buceadores de la Escuela de la Marina en Bayona (Nueva Jersey). Allí conocerá a Brashear y, tras diversos encontronazos con él, se convertirá en su principal valedor.
George Tillman, Jr (Scenes For the Soul, Líos de familia) ha contado con un excelente equipo técnico y con el pleno apoyo logístico de la Marina estadounidense; de modo que su realización es siempre vistosa y a ratos espectacular, sobre todo cuando recrea la soledad de los buzos en diversas misiones submarinas de alto riesgo. Por otra parte, no desaprovecha el magnífico reparto con que ha contado, y dota de una cierta entidad dramática a las relaciones entre los personajes. Sin embargo, el conjunto resulta demasiado plano por culpa del guión del debutante Scott Marshall Smith, enormemente convencional en su desarrollo, y decididamente esquemático y hasta infantil en la definición de personajes y en el retrato de sus conflictos morales. Además, quizá para compensar el edificante tono idealista de la historia, se introducen de un modo muy artificioso situaciones y diálogos innecesariamente soeces, que provocan ciertas rupturas del tono en la película. Desde luego, tanto el argumento como el magnífico reparto hubieran dado mucho más de sí en manos de un guionista y de un director de mayor entidad.
Jerónimo José Martín