You Can Count on Me

Director y guionista: Kenneth Lonergan. Intérpretes: Laura Linney, Mark Ruffalo, Matthew Broderick, Jon Tenney, Rory Culkin. 111 min. Jóvenes-adultos.

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Sammy y su hermano Terry quedaron huérfanos a temprana edad. Ahora, Sammy es una mujer joven, divorciada, con un hijo de ocho años muy protegido. Es la directora de préstamos del banco de un pueblo tranquilo. La historia comienza con la noticia de la próxima llegada de Terry. Sammy exulta, arregla la casa, prepara a su hijo Rudy para que conozca a su tío… El encuentro es decepcionante: Terry sigue siendo un inadaptado pendenciero, y solo ha venido para pedir dinero a su hermana, y marcharse. Pero se queda unos días que serán enriquecedores y frustrantes para los tres. Al final, a pesar de que no han arreglado casi nada, algo han mejorado.

Galardonada con los premios a la mejor película y guión en el Festival de Sundance 2000, You Can Count on Me es la primera película del autor dramático y guionista Kenneth Lonergan. Y pocas veces una opera prima promete tanto: tal vez un nuevo David Mamet. Se trata de una historia sencilla, que rebosa verdad al mostrar unos afectos complejos y sinceros. Sammy se preocupa por su hermano, le pregunta si ha perdido la fe, habla con el sacerdote presbiteriano y le prepara un encuentro con éste que constituye una de las escenas más atrevidas y logradas de la película. Por su parte, Terry dice a su hermana unas cuantas verdades que ella necesita saber. Las frases justas, los gestos precisos, lo que no se llega a decir… El mérito hay que repartirlo entre la perfección del guión y la magnífica interpretación de Laura Linney y Mark Ruffalo. De hecho, Lonergan, que ha rodado un prólogo modélico de sobriedad, casi no presta apoyo visual a sus actores.

Por todo eso, You Can Count on Me es una bocanada de aire fresco en el cine contemporáneo, una historia bella, abierta a la esperanza, que trata con hondura y seriedad temas profundos, huyendo de los lugares comunes y las soluciones fáciles. Película, pues, sorprendente, no apta para los que solo buscan acción y risas fáciles, pero que apreciarán todos aquellos que tienen sensibilidad para las cosas grandes y bellas.

Fernando Gil-Delgado

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