Como consecuencia de la violación y asesinato de su esposa, un hombre padece una rara amnesia por la que sólo recuerda los hechos de su vida previos al citado suceso y lo ocurrido en los últimos diez minutos. Así que toma notas en papelitos, hace fotos instantáneas y se tatúa el cuerpo, con las pistas que le pueden llevar a descubrir al responsable de su estado.
Thriller desasosegador y sorprendente, de compleja estructura. Con dos líneas de narración: una, en color, avanza hacia atrás; y la otra, en blanco y negro, hacia adelante. Así hasta llegar a un justo medio en el que se comprenden todas las claves de la historia. La originalidad del planteamiento tiene su cara y su cruz. Resulta indudable el riesgo tomado, y todo encaja bien, hasta un desenlace sorpresa, cargado de cinismo. Pero los elementos artificiosos descolocan al espectador, impidiendo que se meta de lleno en la trama. Le obliga a observar desde fuera, a admirar el trabajo del director y guionista, un desconocido Christopher Nolan; pero a costa de no producir el disfrute pleno. En todo caso, hay que alabar el ritmo trepidante, el impecable montaje y el trabajo del protagonista, Guy Pearce.
José María Aresté