Michael Cook explica en MercatorNet por qué Sodoma, el libro de Frédéric Martel sobre homosexuales en el Vaticano, suscita escepticismo. Una vez publicado el libro, Jack Valero confirma estas impresiones.
(Actualizado el 28-02-2019)
La obra viene precedida de un potente lanzamiento internacional. Sale al mercado en ocho idiomas a la vez (en inglés se titula In the Closet of the Vatican: “En el armario del Vaticano”) el 21 de febrero, el día en que comienza la esperada reunión de obispos y superiores religiosos con el Papa para tratar de los abusos sexuales en la Iglesia.
“La editorial [de la versión inglesa, Bloomsbury] disparó la primera salva de su campaña publicitaria –dice Cook– (…) con un artículo de opinión de Frank Bruni, un comentarista gay. Dada su simpatía por las causas LGTB y su hostilidad a la Iglesia católica, es notablemente imparcial. Dice que algunas expresiones del libro son ‘a la vez extremadamente absurdas y profundamente ofensivas’, y las fuentes de muchas de las sensacionales afirmaciones del libro, ‘vagas’. Y el dato más espectacular del libro (…), que el 80% de los clérigos que trabajan en el Vaticano son gais, no es ‘ni verificable ni creíble’, señala”.
Martel, que es homosexual y autor de otros libros sobre cultura gay, dice que, para escribir Sodoma, realizó más de 1.500 entrevistas. Pero todo depende de la fiabilidad de sus fuentes. “A juzgar por un caso, el de la fuente de la cifra del 80%, puede haber un problema de credibilidad. El libro comienza con el caso de Francesco Lepore, que parece ser el principal informador de Martel. Era un sacerdote que trabajó de latinista en el Vaticano hasta que se marchó para vivir como homosexual, cansado de llevar una doble vida. Pero en un periódico italiano [La Repubblica, 14-02-2019], ha escrito que hay ‘algunas inexactitudes’ en el relato de sus experiencias que hace Martel”.
El libro contiene afirmaciones asombrosas sobre grandes personajes de la Curia, como el Card. Alfonso López Trujillo (fallecido en 2008), tres de los cuatro cardenales que pidieron públicamente al Papa Francisco que aclarara algunas cuestiones –las conocidas como dubia– a propósito de Amoris laetitia, y al menos la cuarta parte de los que componen la Congregación para la Doctrina de la Fe; todos eran o son homosexuales, dice Martel. Según parece, Martel, que pretende destapar la “hipocresía” gay del Vaticano, “en parte se basa en el supuesto de que, cuanto más rígido y homófobo es un clérigo, tanto más probable es que sea un homosexual oculto”.
Hay, ciertamente, rumores e indicios de la existencia de algunos clérigos gais en el Vaticano o su entorno. “Pero la cifra del 80% que da Martel es sencillamente ridícula”. Cuando se haya publicado el libro, habrá que “ver cuánto tiene de chismes anónimos y en qué medida se apoya en informadores resentidos con intereses personales”.
“Cuando todo es gay y gay es todo”
Tras leer Sodoma, el periodista Jack Valero publicó un análisis en el que también resta credibilidad al libro. En su opinión, en la base de la investigación hay un sesgo muy fuerte: Martel está obsesionado con la homosexualidad y cree que la Iglesia católica también lo está, a pesar de que solo aborda esta cuestión en tres puntos de los 2.865 que tiene el Catecismo. Para el autor de Sodoma, cualquier dato puede ser un indicio de una doble vida: “Nada es demasiado pequeño para tener un significado”, escribe Martel.
Pero el libro es parco en pruebas: “Aparte de nombrar a unas pocas personas, gran parte del libro se basa en insinuaciones, rumores, chismes y habladurías, lo que hace que sea muy fácil aumentar las cifras [de homosexuales]. Y varias de las personas nombradas han muerto y no pueden responder por sí mismas”. El resultado de escoger una perspectiva tan parcial para interpretar todo lo que ocurre en el Vaticano no puede ser distinto al que llega el libro, que Valero resume así: “Cuando todo es gay y gay es todo”.
Además, Martel tiene otra limitación muy grande: no entiende el celibato sacerdotal, ni tampoco la amistad entre varones: “A lo largo de un capítulo se burla de la expresión ‘amistad amorosa’ asumiendo que debe tener una dimensión erótica y, por tanto, envenenando los pozos: cuantos más amigos tenga un sacerdote o un obispo, más sospechoso se vuelve”.
Con todo, Valero no niega que Martel llama la atención sobre un problema preocupante, aunque no aporte suficientes datos ciertos para conocer su dimensión: “Hay una verdad importante en el corazón del libro de Martel, pero no tiene que ver con la orientación sexual. Tiene que ver con la integridad y, por tanto, con la capacidad de la Iglesia para proclamar su mensaje con credibilidad”.
Es precisamente esa falta de integridad la que ha motivado algunos de los discursos más duros del Papa Francisco, como el que dirigió a la Curia en la Navidad de 2014: entre el “catálogo” de males contra los que clamó el pontífice, figuraba la “esquizofrenia existencial”, que definió como “la enfermedad de quien tiene una doble vida, fruto de la hipocresía típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual”.
Visto así, concluye Valero, la famosa reforma de la Curia que está impulsando Francisco “no sería tanto una reforma estructural (eliminar unos departamentos y crear otros) como una reforma de las personas. Aquellos que están involucrados en la corrupción o llevan dobles vidas, sin importar lo alto que estén en la Iglesia, deben arrepentirse y cambiar sus vidas o irse”.
Un comentario
la crítica de Mercator Net al libro de F. Martel muestra las inducciones inaceptables de ‘Sodoma’; las entrevistas que el autor cuelga en internet ilustran las exageraciones de su libro, por la falta de credibilidad de sus fuentes.