En España, los partidarios de sacar la clase de Religión de la escuela pública presentan su postura como una exigencia del principio de laicidad del Estado. Y añaden que el hecho de que siga formando parte del currículo escolar es una excepción en Europa. Alejandro González-Varas, profesor titular de Derecho en la Universidad de Zaragoza, desmiente ambas afirmaciones en su libro La enseñanza de la Religión en Europa (Digital Reasons).
Ni la laicidad ni la neutralidad del Estado exigen que haya que expulsar la asignatura de Religión de la escuela pública. En esto, la posición del Tribunal Europeo de Derechos Humanos “es tan clara como constante”, recuerda González-Varas, en una entrevista realizada por la Federación de Enseñanza USO con motivo de la reciente publicación de su libro.
De hecho, el Tribunal entiende que una manera que tienen los padres de ejercer el derecho a elegir la formación moral y religiosa de sus hijos es a través de la enseñanza religiosa, “lo cual ha entendido que, en el caso de las escuelas públicas, es perfectamente compatible con su neutralidad”, siempre que se evite el adoctrinamiento.
La inmensa mayoría de los países europeos imparten esta materia en las escuelas públicas, normalmente de dos formas. “Una es la correspondiente a los estados nórdicos y Reino Unido, donde se imparte la enseñanza de la religión desde una perspectiva histórica o cultural, lo que explica que su estudio sea incluso obligatorio”.
“En segundo lugar, encontramos el modelo de enseñanza confesional. Esto significa que se estudia una religión como una doctrina y un fenómeno vivo. Se pretende asegurar que esa creencia se imparte de un modo correcto, sin riesgo a errores, y por eso sus contenidos corren a cargo de las confesiones, lo que también explica que su seguimiento sea voluntario. Es el sistema de la mayor parte de los países europeos entre los que se encuentra, como uno más, España”.
“Lo que resulta excepcional es que no se explique religión de ningún modo. Solo países muy concretos, como Francia o Eslovenia, lo tienen excluido de sus escuelas. Sin embargo, el desconocimiento de la religión y las carencias en la cultura general en que desemboca ha dado a que el Gobierno francés se haya preocupado por esta cuestión y haya planteado su incorporación a las escuelas”.
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