Las relaciones EE.UU.-Rusia pasan por una serie de turbulencias, que son incapaces de edificar una asociación más o menos constructiva. En la América de Obama ya se miraba con una cierta inquietud el continuo entendimiento entre Rusia y China para oponerse por sistema al hegemón norteamericano, aunque esto supusiera un desplazamiento de la concepción geopolítica de Rusia hacia un modelo más euroasiático y menos europeo.
Pero en la América de Trump, que supuestamente iba a construir con Moscú una relación mucho más consistente que el reset preconizado por Hillary Clinton en su época de secretaria de Estado, las cosas no van mejor sino todo lo contrario. Las sanciones aprobadas por el Congreso, a mediados de agosto, y suscritas a regañadient…
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