El marco político y social en que el Papa Francisco visitará Colombia del 6 al 10 de septiembre en su quinto viaje a Latinoamérica está en gran parte definido por el acuerdo de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y el grupo guerrillero de las FARC. El pacto que debía poner fin a cinco décadas de violencia ha dividido y polarizado a la sociedad colombiana; muestra de ello es que fuera rechazado inesperadamente en el referéndum del pasado 2 de octubre por mayoría del 50,2%.
Finalmente, el acuerdo fue aprobado, después de que se introdujeran modificaciones, con las mayorías que el gobierno tiene en el Congreso. A día de hoy, algunos guerrilleros ya han salido de las cárceles y las FARC hacen el tránsito del terrorismo a partido político; pero el apoyo al acuerdo sigue sin ser general y la desconfianza, según encuestas recientes, es alta.
Al ver la agenda del Papa en Colombia es más fácil comprender una de sus más populares expresiones cuando se refiere a la Iglesia como “un hospital de campaña” al que llevan heridos que necesitan atención inmediata
Para el gobierno, la visita del Papa es un gran logro diplomático, un símbolo de paz y reconciliación que le ayudará a ganar legitimidad y simpatías, un bálsamo en medio del debate político, escándalos de corrupción y tareas inconclusas luego de siete años en el poder. “El Papa Francisco viene a bendecir los acuerdos de paz”, aseguran desde el gobierno. También los miembros del nuevo partido político de las FARC buscan un espacio para reunirse con el Papa, mientras los líderes de la oposición política aseguran que irán a las celebraciones abiertas y multitudinarias como lo harán miles de ciudadanos.
El nuncio apostólico en Bogotá, monseñor Ettore Balestrero ha explicado que “el Papa no viene a dar bendiciones al proceso de paz sino como peregrino de la fe, de la esperanza y la reconciliación entre todos los colombianos” y que se trata de una visita pastoral y religiosa, no de orden político.
Una nueva lucha contra las drogas
“Demos el primer paso” es el eslogan de la visita que costará 10 millones de dólares, una inversión moderada frente a los 30 millones de dólares que las autoridades del comercio colombiano calculan en ganancias. La transnacional General Motors diseñó y regaló los nuevos papamóviles que serán utilizados en Bogotá, Medellín, Villavicencio y Cartagena y en los próximos viajes del Papa a otros países de la región.
En Bogotá será el gran encuentro con los jóvenes de todo el país. En plena plaza Simón Bolívar, la más grande del país, Francisco hablará de reconciliación. También se referirá al consumo y tráfico de drogas que en los últimos siete años ha aumentado entre jóvenes y niños. En 2009 Colombia tenía 55.000 hectáreas de coca; hoy, según datos de la agencia antidrogas de Estados Unidos, tiene 188.000 hectáreas, muchas en la frontera con Venezuela y en territorios que ocupan bandas de narcotraficantes y los grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC.
Tal vez en la ciudad de Villavicencio se cumplirá uno de los encuentros más significativos del viaje del Papa. Allí, en la ciudad de las grandes llanuras del oriente colombiano, se darán cita más de un millón de personas para orar en unidad con todas las victimas del terrorismo, el conflicto armado, el narcotráfico y la delincuencia sin ningún matiz político o ideológico. En Colombia, la izquierda y la derecha han cometido errores y crímenes.
El altar principal de esta jornada de oración con el Papa estará presidido por un crucifijo de madera, única imagen no destruida en el ataque con bombas por parte de guerrilleros de las FARC, el 2 de mayo de 2002, a la única iglesia de la población de Bojayá en el departamento del Chocó y en la que murieron 119 personas. Sin duda un símbolo de la reciente historia cruel de violencia en Colombia.
Se calcula que más de cinco millones de personas asistirán a los distintos eventos. Más de 3.200 periodistas harán la cobertura para el mundo y se espera que todos los grupos violentos aún en armas decreten una tregua mientras trascurre la visita papal.
En Villavicencio se darán cita más de un millón de personas para orar en unidad con todas las victimas del terrorismo, el conflicto armado, el narcotráfico y la delincuencia sin ningún matiz político o ideológico
Desde las parroquias se ha coordinado la preparación espiritual y material. En Medellín, por ejemplo, capital de Antioquia, región en la que se concentra el mayor número de comunidades religiosas, diócesis y seminarios, el Papa hablará de la identidad cristiana, la nueva evangelización y la importancia de predicar con la palabra y el buen ejemplo.
Francisco viene a visitar a todos
“El Papa quiere venir al encuentro de los colombianos, viene por quienes están en las ciudades y por los que viven en el campo y tienen una cultura y unas necesidades diferentes; por los ricos y por los pobres; por los jóvenes y por los ancianos”, recordaba el nuncio Ettore Balestrero, al explicar los eventos del Papa en Cartagena, último destino del país antes de regresar a Roma.
En Cartagena, puerta del mar Caribe, visitará los barrios más pobres de la ciudad y hará una oración ante la tumba de san Pedro Claver, jesuita español que entregó su vida en defensa de la dignidad de los esclavos en la primera mitad de 1600.
Tal como lo hizo san Juan Pablo II en su visita a Colombia, del 1 al 7 de julio de 1986, Francisco también se reunirá en la sede del gobierno con políticos, dirigentes y empresarios del país. Se espera que el Papa hable de coherencia en la vida pública y de la responsabilidad y el compromiso para reducir la pobreza y las diferencias sociales.
Es paradójico que en 1986 Juan Pablo II hubiese destacado el valor de los jueces y magistrados que habían perdido la vida en el Palacio de Justicia por defender la democracia y luchar contra los carteles de las drogas y ahora, 31 años después, una parte del mismo poder judicial y altas cortes estuviesen inmersos en los peores escándalos de corrupción al servicio del sucio dinero para salvar culpables y condenar inocentes.
El nuncio apostólico en Bogotá, monseñor Ettore Balestrero ha explicado que “el Papa no viene a dar bendiciones al proceso de paz sino como peregrino de la fe, de la esperanza y la reconciliación”
Serán cuatro días intensos con grandes eventos públicos, celebraciones religiosas y encuentros con los obispos de la Conferencia Episcopal de América Latina (CELAM) y la Conferencia Episcopal de Colombia. También tendrá un encuentro privado con los obispos de la región limítrofe de Venezuela y Colombia, y definirá acciones conjuntas para atender a miles de personas afectadas por la grave crisis venezolana.
Al ver la agenda del Papa Francisco en Colombia es más fácil comprender una de sus más populares expresiones cuando se refiere a la Iglesia como “un hospital de campaña” al que llevan heridos que necesitan atención inmediata. Así, con esta disponibilidad y generosidad y con la fuerza del cielo, recorrerá los caminos del país cafetero sanando heridas, y atendiendo a los necesitados de reconciliación con justicia y verdad.