El discurso que el Papa Francisco, como hacían sus predecesores, dirige a la Curia romana con ocasión de la Navidad, este año ha estado dedicado a los criterios y objetivos de la reforma de este organismo. Es la exposición más completa que ha hecho de este proceso. Y es notorio que no habla como un gestor común.
El Papa no se dirige a la Curia romana —la “administración” que él preside y le asiste— como lo haría un ministro a los responsables y al personal de su departamento, ni como el CEO de una gran empresa a su equipo. Sus criterios de eficiencia y su forma de motivar no son exactamente iguales.
Francisco comprende que la organización es importante, que no se puede fiar todo al carisma y a la improvisación, que es necesario hacer un us…
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