El pasado 11 de octubre, el Parlamento australiano bloqueó un proyecto de ley para celebrar un referéndum en febrero de 2017 sobre el matrimonio homosexual. La paradoja está en que los líderes de los dos principales partidos, el Liberal (en el poder) y el Laborista (que encabeza la oposición), están a favor de cambiar la ley, y lo único que los separa es el “cómo”: para el primero, es indispensable consultar al soberano; para el segundo, el plebiscito dispararía el número de actos homofóbicos y afectaría la sensibilidad del colectivo LGTBI.
Según el líder laborista, Bill Shorten, plantear un referéndum sobre el tema sería, además de costoso, divisivo, y en sentido figurado, como obligar a una pareja gay a ir puerta por puerta a preguntar a …
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