Un discurso habitual nos dice que el esfuerzo renovador del Papa Francisco se ve obstaculizado por obispos conservadores que se le oponen. El vaticanista John Allen relativiza en Crux la novedad de este enfoque.
“Ya que popularmente se tiende a ver a Francisco como un renovador de corte progresista, hay una arraigada creencia de que los obispos conservadores tienen que estar irritados, tanto en el Vaticano como en el resto del mundo, y que algunos de los considerados enemigos tienen que estar maniobrando para cortar la hierba bajo sus pies”.
Allen advierte, en primer lugar, que no hay nada nuevo en que no todos los obispos digan amén a todo lo que el Papa hace o dice. De hecho, “la resistencia interna al Papa Benedicto XVI fue mucho más feroz que la que ha debido afrontar Francisco”. “La única novedad es que, en una sociedad saturada de información, las quejas que antes hubieran quedado confinadas a círculos restringidos ahora llegan a todo el mundo en un instante”.
Luego señala la hipocresía que se advierte en el modo de reaccionar respecto a los obispos críticos con alguna decisión o afirmación del Papa. “Durante décadas, los medios de comunicación y los reformistas católicos liberales han ensalzado a los obispos que públicamente desafiaban a Juan Pablo II o a Benedicto XVI, presentándolos como profetas y verdaderos pastores. Hoy, mucha de esa gente califica a los obispos que disienten bajo Francisco como desleales y saboteadores”.
“Similar forma de hipocresía se encuentra entre los conservadores que no hace mucho apostrofaban a los obispos que cuestionaban al Papa o al Vaticano y pedían que fueran destituidos, pero que ahora hacen cola para conseguir un libro dedicado o un selfie con los prelados que desafían a Francisco. Es decir, el que la ‘reacción’ sea percibida como un acto de coraje o como un escándalo, a menudo depende menos del hecho en sí que del contenido”.
En tercer lugar, Allen sugiere que una opinión contraria no implica necesariamente una “resistencia”. Recuerda que el propio Francisco ha promovido un debate abierto en el último Sínodo pidiendo a los obispos “hablar con audacia y escuchar con humildad”.
Por último, desde un punto de vista espiritual, constata que “la mayoría de los obispos son verdaderos creyentes que de buena fe se esfuerzan por practicar la ‘religiosa sumisión de mente y de espíritu’ respecto al Papa que exige el Derecho Canónico”.