En una entrevista concedida al periódico digital Asia Times, Francisco ha reiterado su voluntad de dialogar con China y dedica palabras muy elogiosas a la cultura china. El entrevistador, Francesco Sisci –columnista e investigador en la Universidad Popular de China– evitó sacar la cuestión de las relaciones entre la Santa Sede y Pekín.
Durante la conversación con Sisci, el Papa quiso en todo momento tender puentes: “Para mí, China siempre ha sido un punto de referencia por su grandeza. Es un gran país. Y más que un país, es una gran cultura, con una sabiduría inextinguible. (…) Tengo gran admiración por China”.
Francisco puso al misionero jesuita Matteo Ricci, uno de los grandes evangelizadores de China, como ejemplo de encuentro con otras culturas. “La vida de Ricci nos enseña que es necesario entrar en un diálogo con China, pues guarda un tesoro de sabiduría e historia. Es una tierra bendecida con muchos dones. La Iglesia católica tiene entre sus deberes el de respetar a todas las civilizaciones, y, frente a esta civilización, yo diría que tiene el deber de respetarla con una “R” mayúscula. La Iglesia tiene un gran potencial para enriquecerse de la cultura”.
Por su parte, China debe abrirse al mundo. “Es obvio que tanta cultura y tanta sabiduría y, además, tantos conocimientos técnicos –basta pensar en las ancestrales técnicas medicinales– no pueden quedar encerrados dentro de un país. Tienden a expandirse, a diseminarse, a comunicarse”.
Hablar es esencial para acercar posturas. “El encuentro se logra mediante el diálogo. El verdadero equilibrio de paz se alcanza a través del diálogo. El diálogo no significa que haya que llegar a un compromiso: media tarta para ti y media para mí. Esto es lo que sucedió en Yalta, y ya hemos visto los resultados”.
“No, el diálogo significa: ‘Mira, hemos llegado a este punto. Estaré o no de acuerdo contigo, pero tenemos que caminar juntos’. Esto es lo que significa construir. Y la tarta permanece entera cuando caminamos juntos, porque pertenece a todos; es la humanidad, la cultura”.
Cuando Sisci aludió a la política del hijo único en China, Francisco expresó su dolor: “Ciertamente, el problema de no tener hijos debe de ser muy doloroso para China”. Al mismo tiempo, invitó al pueblo chino a no quedarse encerrado en sus heridas: “Cuando un pueblo camina hacia delante, no me preocupa, porque está construyendo su historia. (…) Camina, como todos los pueblos, a través de luces y sombras. Cuando se mira al pasado –y tal vez el hecho de no tener niños pueda generar cierta culpa– es muy sano asumir la responsabilidad sobre el camino que se ha recorrido”.
“Es muy bueno que una persona sea misericordiosa consigo misma, que no sea sádica o masoquista. Esto está mal. Y lo mismo diría para un pueblo: es bueno que un pueblo sea misericordioso consigo mismo”.