Los colegios británicos podrán seguir dando prioridad al cristianismo en la asignatura de educación religiosa, y no tendrán obligación de enseñar otras cosmovisiones, como el humanismo o el ateísmo.
La secretaria de Educación, Nicky Morgan, ha publicado una aclaración para la asignatura de educación religiosa en secundaria (no es obligatoria, aunque los alumnos pueden examinarse de ella en las pruebas finales de secundaria). Con este texto, Morgan sale al paso del debate creado en torno a esta materia después de una discutida sentencia del juez Warby, miembro del Alto Tribunal del país. En ella, Warby señalaba que, al no incluir una explicación sobre cosmovisiones no religiosas como el ateísmo o el humanismo, no se puede decir que la asignatura realice completamente la función de “reflejar la pluralidad del país en este ámbito”, un deber que se encomienda a la escuela.
En realidad, la sentencia no obligaba a modificar el contenido de la asignatura (reformado para el curso 2016/17), ya que ese currículum solo se refiere a la materia de Estudios religiosos, y no pretende abarcar toda la formación religiosa dada por la escuela a lo largo de la vida escolar del alumno. No obstante, a pesar de que las diferencias entre el juez y la secretaria de Educación eran más terminológicas que de fondo, el veredicto se interpretó como una victoria para la equiparación de las doctrinas religiosas y no religiosas en la escuela.
Además, poco después, la Comisión para la Religión y las Creencias en la Vida Pública (CORAB) señaló en un informe que la presencia de lo religioso en el espacio público británico era excesiva, considerando el descenso de la práctica y la creciente secularización del país. Además de hacer algunas sugerencias sobre las instituciones políticas, el texto recomendaba revisar la forma de enseñar religión en los colegios, porque solo “reflejaba su aspecto positivo, y omitía su capacidad para reforzar estereotipos y prejuicios en temas como el género, la sexualidad o la raza”.
Algunas instituciones educativas y religiosas habían mostrado su inquietud por lo que entendían como una suerte de “secularización por decreto”. La aclaración publicada recientemente por el Departamento de Educación disipa esos temores. Las dos expresiones más repetidas son “libertad” y “no obligatoriedad”. El mensaje fundamental es que corresponde a las escuelas, tanto las de identidad religiosa como las demás, elegir qué currículum concreto adoptan para la asignatura, dentro de las posibilidades ofrecidas por el gobierno. Podrán, por tanto, no dedicar espacio a cosmovisiones como el ateísmo o el humanismo en la materia de Religión, aunque estas deben tratarse en el proyecto educativo global del centro (cada uno decide cómo).
Tampoco hay obligación de que el tipo de enseñanza religiosa escogida refleje la composición cultural del alumnado o de la zona donde se encuentra el colegio. Además, como ya señalaba el currículum reformado, también las escuelas no religiosas tendrán que explicar que Reino Unido es un país de tradiciones mayoritariamente cristianas, sin dejar de lado otras perspectivas que han influido e influyen en la cultura nacional.