La República Centroafricana (RCA) fue la última etapa del viaje apostólico del Papa Francisco a África. Sus palabras a las autoridades civiles resumen el mensaje que vino a traer a este país, golpeado desde finales de 2012 por las guerrillas entre milicias: “Vengo como peregrino de la paz, y me presento como apóstol de la esperanza”.
Con los musulmanes: “Juntos digamos ‘no’ al odio, ‘no’ a la venganza, ‘no’ a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios”
A pesar de las advertencias –el gobierno francés había insistido en que cancelara esta visita–, el Papa Francisco no quiso cambiar el plan previsto, manifestando así su preocupación por llevar a la RCA un mensaje de paz y reconciliación. “Lo único que me preocupa son los mosquitos”, dijo con humor a uno de los periodistas en el avión. Mons. Dieudonné, arzobispo de Bangui, expresaba la necesidad de que este país “herido y dividido” escuche la invitación del Papa a “salir del odio, la venganza y la barbarie”. “Ojalá que Francisco nos ayude a ponernos en el escalón necesario para encontrar la salida desde arriba, un nuevo itinerario que nos saque de la violencia infernal”, escribía en Alfa y Omega Mons. Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, cuyos fieles recorrieron 750 kilómetros en camión para encontrarse con el Papa en Bangui.
Paz y reconciliación
La llamada a la paz y la reconciliación ha sido el leitmotiv de las diferentes alocuciones pronunciadas por Francisco en la RCA. En su discurso a las autoridades civiles, el domingo 29 por la mañana, el Papa se apoyó en el lema del país –“Unidad, dignidad, trabajo”– para proponer su mensaje: “Tres palabras cargadas de significado, cada una de las cuales representa más una obra por hacer que un programa acabado, una tarea que llevar a cabo sin cesar”.
En primer lugar, “la unidad en la diversidad es un desafío constante que reclama creatividad, generosidad, abnegación y respeto por los demás”. El Papa también invitó a trabajar por la dignidad de los semejantes: “El acceso a la educación y a la sanidad, la lucha contra la desnutrición y el esfuerzo por asegurar a todos una vivienda digna, ha de tener un puesto principal en un plan de desarrollo que se preocupe de la dignidad humana. En última instancia, la grandeza del ser humano consiste en trabajar por la dignidad de sus semejantes”.
Francisco recordó a las autoridades la importancia de su ejemplo en esta tarea –“deben ser las primeras que han de encarnar en sus vidas con coherencia los valores”–, al tiempo que reafirmó el compromiso de la Iglesia para ayudar a la RCA: “Renuevo el propósito de esta Iglesia particular de contribuir cada vez más a la promoción del bien común, especialmente a través de la búsqueda de la paz y la reconciliación”.
“¡Todos somos hermanos!”
En su visita al campo de refugiados de San Salvador, uno de los cinco más grandes de Bangui, Francisco invitó a todos a “trabajar y rezar y hacer todo por la paz. Pero la paz sin amor, sin amistad, sin tolerancia, sin perdón, no es posible”. “¡Todos somos hermanos!”, fueron las palabras pronunciadas al unísono por el Papa y los refugiados.
“Los agentes de evangelización (…) han de ser ante todo artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos de la misericordia”, dijo el Papa en la homilía pronunciada en la Catedral de la Inmaculada de Bangui, la tarde del domingo 29. Concluyó lanzando un llamamiento a quienes “empuñan injustamente las armas de este mundo”: “Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz”. En esta misma línea iban las palabras pronunciadas durante la misa en el estadio Barthélémy Boganda de Bangui, el 30 de noviembre por la mañana: “La paz no es un documento que se firma y se queda ahí. La paz se hace todos los días. La paz es trabajo artesanal que se hace con las manos, que se hace con la propia vida (…) ¿Se puede amar al enemigo? Sí. ¿Se puede perdonar a quien te ha hecho mal? Sí”.
El Papa administró a varios jóvenes el sacramento de la penitencia, indicando así que el amor de Dios es la fuente de toda reconciliación
Bangui, capital espiritual del mundo
Francisco decidió adelantar la apertura del Año de la Misericordia para la capital centroafricana, erigiéndola así en “capital espiritual del mundo” para este Jubileo: “El Año Santo de la Misericordia llega anticipadamente a esta tierra. Una tierra que sufre desde hace años la guerra, el odio, la incomprensión, la falta de paz. En esta tierra sufriente también están todos los países del mundo que están pasando por la cruz de la guerra. Bangui se convierte en la capital espiritual de la oración por la misericordia del Padre”.
Tras unas breves palabras, el Papa abrió la puerta santa de la catedral, significando con este gesto elocuente el inicio de un tiempo de paz y perdón, dones que, en último término, han de recibirse como limosna de Dios: “Todos nosotros esperamos la gracia y la limosna de la paz”, dijo Francisco. “Por eso, tenemos que ser conscientes de que si no es con Él no podemos pasar a la otra orilla, liberándonos de una concepción de familia y de sangre que divide, para construir una Iglesia-Familia de Dios abierta a todos, que se preocupa por los más necesitados”.
Al atardecer del domingo, el Papa administró a varios jóvenes el sacramento de la penitencia, indicando así que el amor de Dios es la fuente de toda reconciliación. Al mismo tiempo les animó a perdonar siempre. “Si perdonas, serás un vencedor. Pues serás vencedor de la batalla más difícil de la vida, vencedor en el amor. Y por el amor viene la paz”.
El “ecumenismo de la sangre”
También en su visita a la RCA el Papa Francisco ha mantenido encuentros con cristianos evangélicos y con la comunidad musulmana. El primero fue el domingo por la tarde, en la Facultad de Teología Evangélica de Bangui. Allí el Papa empleó la expresión “ecumenismo de la sangre”, para aludir a los sufrimientos compartidos por cristianos de diferentes confesiones, que promueven juntos el bien: “¿Cómo podría el Padre rechazar la gracia de la unidad, aunque todavía imperfecta, a sus hijos que sufren juntos y que en diversas ocasiones se unen para servir a los hermanos?”.
El lunes 30 por la mañana, Francisco visitó la Mezquita Central de Koudoukou (Bangui). “Mi visita pastoral a la República Centroafricana no estaría completa sin este encuentro con la comunidad musulmana”. Invitó a los musulmanes a buscar la paz de la mano de los cristianos: “Juntos digamos ‘no’ al odio, ‘no’ a la venganza, ‘no’ a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, Dios salam”.
También mencionó los pasos que ya se han dado en esta dirección. Un ejemplo visible es la estrecha colaboración entre Mons. Dieudonné y el imán Layana, quienes cada cierto tiempo recorren juntos el país para reunirse con la población y con algunos milicianos, con el fin de invitarles a reconciliarse.