Los dos libros sobre asuntos económicos del Vaticano siguen presentándose como grandes revelaciones y continúan dando que hablar. Pero la gente conocedora de la materia no se siente muy impresionada por lo que aportan.
Andrea Riccardi, historiador de la Iglesia y fundador de la Comunidad de San Egidio, afirma en una entrevista a la edición italiana de The Huffington Post que con estas filtraciones se pretende dar una imagen de un Vaticano ingobernable e irreformable. “Como pasó en el último año del pontificado del Papa Benedicto XVI, hay quien desde dentro quiere construir un escenario de ‘crisis de gobierno’ en el Vaticano. Pienso en las filtraciones de noticias pero también en las alusiones a la salud del Papa. Pero creo que esta crisis no existe y no existirá”.
Tornielli: Lo que se desprende es “el resultado de la investigación más minuciosa sobre las cuentas vaticanas, realizada por el propio Vaticano”
“Se está diseñando un escenario, falso en mi opinión, que tiene como objetivo dar la idea de un Vaticano al que falta un gobierno fuerte, o incluso que es irreformable. Creo en cambio que han sucedido cosas serias pero circunscritas. Y sobre todo que solo se refieren a la esfera económica, a la que ha llegado la guillotina de Francisco. El Papa ha sacudido equilibrios atávicos, quizá a veces corruptos, y hay fuertes reacciones desde dentro”.
“El Vaticano –continúa Riccardi– es una gran administración internacional, hecha de hombres, una gran institución con sus debilidades. (…) Una institución sujeta a las mismas leyes de las clases dirigentes y burocráticas del mundo, que no siempre son tan altas… Añado que esta Curia no está en el Cielo, sino en Roma, y el clima que se respira en esta ciudad no es ciertamente de los mejores”.
“Hay que decir que en el Vaticano, no todos se adhieren a la alta tensión moral que Francisco propone. De hecho, la reforma que el Papa está llevando adelante será larga y compleja y requerirá años. Pero no por eso es menos necesaria”.
Sobre la reforma de la Curia, Andrea Riccardi propone no solo una reforma de estructuras, sino también “una revolución en el reclutamiento: hacen falta más mujeres y más laicos en la maquinaria administrativa, la burocracia es aún demasiado estrictamente clerical. Y se necesitan reglas: si en una gran empresa se revelan documentos confidenciales, te despiden”.
Superar el aura de secreto
Riccardi piensa también que “ha llegado el momento de superar esta aura de secreto que rodea el Vaticano. Juan Pablo II dijo que en Roma, el secreto pontificio lo conocen todos menos el Papa. Creo que la confidencialidad debe mantenerse solo para algunas cuestiones, pero por lo demás es necesaria una mayor apertura y transparencia. De lo contrario, cualquier papelito de un cardenal se convierte en un scoop”.
“La riqueza del Vaticano es también un mito”, añade. “Una diócesis como la de Colonia es más rica que el Vaticano… En cuanto a los cardenales, su sueldo es de unos 5-6 mil euros al mes, muy inferior a los sueldos de un embajador o un prefecto. No creo que se les pueda definir como pachás”.
Por último, Riccardi niega que el Opus Dei haya tenido el más mínimo papel en los últimos acontecimientos: “Citar siempre al Opus Dei forma parte de la creación de un escenario tipo Dan Brown, que tiene por objeto plantear una crisis de gobierno. Un escenario alimentado por gente cansada de este pontificado, dentro de la Curia y en el mundo católico…”.
Noticias viejas y nuevas
Andrea Tornielli, vaticanista de La Stampa de Turín, afirma en un artículo que de los dos libros recién publicados “no emergen datos impactantes”, y que más bien lo que se desprende es “el resultado de la investigación más minuciosa sobre las cuentas vaticanas, realizada por el propio Vaticano”.
Tornielli piensa que “detrás de los libros Avarizia y Via Crucis no hay ningún complot curial contra Francisco”. Así como tampoco ninguna oposición entre lo “viejo” y lo “nuevo”.
Riccardi: “Es necesaria una mayor apertura y transparencia. De lo contrario, cualquier papelito de un cardenal se convierte en un scoop”
“Gran parte de ese material, de hecho, ya había sido publicado. Sobre el escándalo de las casas de Propaganda Fide o del APSA cedidas a personalidades en busca de apartamentos por debajo del costo, han salido cientos de artículos documentados. Lo mismo puede decirse de las cuentas sospechosas del IOR”. Entre las novedades están sin duda las palabras del Papa en la reunión a puerta cerrada con los purpurados que se ocupan de asuntos económicos, “pero leyendo las transcripciones no se tiene la impresión de una guerra, mientras se desprende la determinación de Francisco de querer transparencia en las cuentas, la gestión de las contratas y los costes”.
“Completamente nueva, en cambio, es la noticia del robo de la caja fuerte donde se conservaban los papeles de la COSEA. ¿Quién y por qué violó esa y otras cajas fuertes, para robar unos pocos cientos de euros?”. También “son nuevas las cifras relativas al destino del Óbolo de San Pedro, que se utiliza en parte para las iniciativas de caridad y en parte para cubrir los déficits presupuestarios de la Santa Sede”.
Investigación realizada por el propio Vaticano
Para Tornielli, “lo que más llama la atención es más bien el cuadro general: los dos libros son, de hecho, los resultados de la investigación más grande y exhaustiva sobre las cuentas del Vaticano que se ha llevado a cabo nunca. Pero fue el propio Vaticano quien la realizó, apoyándose en consultores externos y ajenos: una investigación para averiguar cuánto dinero hay y cómo se gasta; cuántas propiedades hay, cuánto valen realmente y cómo se gestionan; cuál es el papel de las fundaciones y cómo se manejan sus gastos; el examen exhaustivo de todas las cuentas del IOR, que ha llevado al cierre de cientos de ellas… Todo esto ha surgido por primera vez por deseo de Francisco, de los dos comités de estudio, de los consultores internacionales que evidentemente han hecho un buen trabajo. Y han permitido que se empezase a llevar a cabo las reformas. Por supuesto, no sin discusiones, fricciones, conflictos, dificultades, obstáculos”.
Los datos más nuevos se pueden referir a los primeros meses del pontificado de Francisco, y en muchos casos se pierde de vista el contexto, y sobre todo lo que está sucediendo hoy. Todavía hay muchos casos de mala gestión, privilegios, tensiones entre la nueva Secretaría de Economía y otros departamentos como el APSA. Pero se ha avanzado mucho desde que Benedicto XVI inició la etapa de la renovación y adaptación a las normas internacionales, para abrir el pequeño mundo del Vaticano y sus instituciones utilizadas a veces como bancos offshore. Su sucesor ha querido continuar el trabajo interrumpido con una fortísima determinación.
Francisco: los que sirven y los que se sirven de la Iglesia
En la homilía de la Misa que ha celebrado esta mañana en la capilla de Santa Marta, el Papa Francisco ha dicho que hay dos tipos de cristianos: los que sirven a los demás y a la Iglesia, y los que se sirven de la Iglesia: “También en la Iglesia hay los que, en vez de servir, de pensar en los demás, de echar las bases, se sirven de la Iglesia: los ‘trepas’, los apegados al dinero. ¡Cuántos sacerdotes, obispos, hemos visto así! Es triste decirlo, ¿no?”.
Según el texto recogido por L’Osservatore Romano, Francisco comentó el ejemplo de san Pablo: “Ministrare, servire. Pablo ha tomado en serio la vocación, se ha dado enteramente al servicio, siempre más, nunca estaba quieto, siempre más y más”. Luego recordó con alegría a los misioneros o las religiosas que después de asistir a misa en Santa Marta, vienen y le dicen: “Padre, he venido para ver a mi familia, porque desde hace cuarenta años soy misionero en Amazonas”; o una religiosa “que desde hace treinta años trabaja en un hospital en África”, o “desde hace treinta o cuarenta años está en una unidad de un hospital con minusválidos, y siempre sonriente. Esto se llama servir, esta es la alegría de la Iglesia, ir siempre más allá, y dar la vida”.
En cambio, “está la comodidad del status: yo he alcanzado este status y vivo cómodamente, sin honestidad, como los fariseos de los que habla Jesús, que se paseaban por la plaza haciéndose ver de los otros”. “Cuando la Iglesia es tibia, cerrada en sí misma, incluso a veces especuladora, no se puede decir que sea una Iglesia que sirve, sino que se sirve de los demás”.