¿Qué hace un Papa en Nueva York? Lo mismo que haría en cualquier otro sitio: predicar el evangelio a quien lo quiera escuchar. Así ve Emma Green la visita de Francisco a Estados Unidos.
En un largo artículo en The Atlantic, la periodista se desmarca de las interpretaciones políticas que algunos medios quieren dar a la presencia de Francisco en el país norteamericano, y en general a todo su pontificado. Eso no significa que la política sea indiferente al mensaje católico; como señala un teólogo entrevistado por Green: “vivir la fe cristiana tiene profundas consecuencias políticas, pero no puede ser reducida a eso”.
Según Green, muchos medios americanos no entienden al Papa porque Francisco no encaja en las categorías políticas del país. No es que sea republicano en ciertos aspectos y demócrata en otroS, sino que simplemente “es el sucesor de san Pedro, el líder de la mayor confesión cristiana”.
Esto implica también que su liderazgo es global, y actualmente dos tercios de los católicos del mundo viven en países en desarrollo, y no en Estados Unidos o Europa. Parte del carácter revolucionario que se ha atribuido al pontificado de Francisco, por ejemplo en lo referido a la pobreza, viene de no entender esto.
Por otro lado, desde Occidente se ha hecho hincapié en el contraste entre Francisco y sus predecesores, sobre todo Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sin embargo, comenta Green, el Papa “ha hecho ímprobos esfuerzos por demostrar que sus enseñanzas están en continuidad con las de ellos”.
David Brooks, columnista habitual en The New York Times, coincide con Green en que no se debe politizar la visita del Papa, una costumbre que también achaca a la “guerra cultural” tan presente en Estados Unidos. Para el periodista, lo importante es que “millones de norteamericanos mostrarán su fe en público”, y “que el pontífice ofrecerá instrucción doctrinal a los católicos”
No obstante, Brooks señala que, aparte del contenido de los discursos, la visita tiene un especial interés por el estilo de Francisco, no solo en sus comunicaciones, sino en su vida. Esa mezcla de claridad en lo doctrinal, y de cercanía y compasión con las personas concretas y sus circunstancias específicas. “Lo mejor de esta semana será ver cómo se relaciona con la gente, cómo escucha con atención y aprende de los demás, cómo les contempla en sus necesidades morales con una misericordia y entrega verdaderas”.