El gobierno israelí había vuelto a reducir la asignación pública a los colegios cristianos, que escolarizan a musulmanes y cristianos y que destacan por sus buenos resultados académicos. Al no alcanzar un acuerdo, las escuelas cristianas comenzaron el curso con una huelga que ha durado hasta el pasado domingo.
(Actualizado el 29-09-2015)
Los colegios católicos son uno de los pocos ámbitos de convivencia interreligiosa en el país
Los informes internacionales sobre educación (como PISA o Education at a Glance) suelen dar una buena nota al sistema israelí en cuanto a la financiación: en relación a su PIB, el gasto por alumno es superior a la media de la OCDE. Sin embargo, bajo este dato se esconde una desigualdad en la distribución de recursos cada vez más acusada. Mientras que los centros de gestión pública –sobre todo los confesionalmente judíos– y los privados dirigidos por la comunidad ultraortodoxa están subvencionados al cien por cien, los cristianos han visto cómo las ayudas disminuían cerca de un 45% en los últimos años. Actualmente no cubren ni el 30% de lo que el gobierno israelí gasta por alumno en los colegios para judíos.
Este es uno de los brazos que ahogan a los centros cristianos. El otro es la prohibición de cobrar a los padres, en concepto de tasas, más allá de una cantidad tope decretada por el gobierno y que los colegios cristianos consideran completamente insuficiente. Las negociaciones se han roto, porque las asociaciones que representan a estas instituciones consideran que la intención del gobierno es forzarlas a desaparecer, a unirse al sistema público –con lo que perderían su ethos cristiano y su autonomía en la contratación–, o a convertirse en “escuelas especiales”, que pueden cobrar más tasas pero no reciben financiación del Estado.
Ante esta situación, los 47 colegios cristianos –donde estudian y trabajan 33.000 alumnos y unos 3.000 profesores– se declararon en huelga. Una gran mayoría de las escuelas estatales para árabes (e incluso alguna judía) se unieron a la protesta el pasado lunes, en un gesto de solidaridad con la causa de los centros cristianos. En total, se calcula que algo más de 400.000 alumnos no acudieron a sus aulas ese día.
El domingo 27 de septiembre, tras largas negociaciones, se anunció un acuerdo entre las asociaciones de colegios cristianos y el Ministerio de Educación: este se comprometía a pagar a las escuelas 12,5 millones de dólares adicionales para este año, y a crear un comité donde se discutirán las reformas necesarias para garantizar el modelo de financiación a largo plazo.
La financiación pública no cubre ni el 30% de lo que el gobierno israelí gasta por alumno en los colegios para judíos
Cristianos y musulmanes, unidos
La comunidad islámica ha hecho frente común con la cristiana en sus reivindicaciones. No en vano, en ello le va su propia prosperidad: los colegios cristianos, donde se educa un gran número de estudiantes musulmanes (de hecho representan el 40% del alumnado), son los que mejores porcentajes de graduación consiguen al final de la educación secundaria. En los últimos años, casi un 70% de los que hacían el último curso ha obtenido el Bagrut, el diploma que permite acceder a la formación superior, mientras que en los colegios estatales y musulmanes el porcentaje se ha quedado en el 60% y el 50% respectivamente.
Gracias a las instituciones cristianas, muchos árabes de religión musulmana tienen una oportunidad real, mucho más que la que ofrecen los colegios islámicos, de adquirir una formación que les permita prosperar en la sociedad israelí Por ejemplo, a pesar de que solo el 5% de toda la población árabe se educa en un centro cristiano, el 30% de todos los profesores universitarios árabes han estudiado en uno de ellos.
Por eso muchos piensan que la ofensiva del gobierno israelí contra los colegios cristianos es, en el fondo, un intento por limitar las posibilidades de la población árabe en general. Así lo entiende la asociación Adalah, que defiende los intereses de la minoría palestina en Israel. Recientemente ha anunciado su intención de recurrir en los tribunales la última rebaja de la financiación a los centros católicos y protestantes, porque considera que es contraria a la convención de la ONU sobre discriminación por raza o religión en el ámbito educativo.
Los recortes a los colegios católicos podrían terminar por ahogarlos, y eliminar así uno de los pocos ámbitos de convivencia interreligiosa en un país surcado por numerosas fronteras visibles e invisibles, incluso entre los propios judíos.